(25 de enero del 2021. El Venezolano).- El trastornado jefe de la Casa Blanca y una temeraria agrupación antichavista vendieron al mundo un caramelo envenenado: un presidente de Venezuela sacado de la manga, aceptado internacionalmente porque lo respaldaba el imperio y porque el despótico rumbo del régimen bolivariano era indefendible, una pieza a batir. Durante el asalto al Capitolio, Trump confirmó su naturaleza: un pájaro de cuidado que solo acepta a incondicionales, personas e instituciones. Cabe colegirse, por tanto, que la oposición representada por Guaidó se plegó durante la legislatura a las fracasadas maniobras de Trump, Abrams, Bolton, Rubio y Claver-Carone. Mucho tiempo y mucho capital político perdidos. Hora es de que la inteligencia tutele la solución.
El intervencionismo militar de Estados Unidos no se produjo para contrariedad de quienes lo consideran inevitable para desalojar el Palacio de Miraflores. Su sugerencia, hace tres años, tuvo el efecto de compactar a los chavistas y detener en seco los tanteos negociadores entre el régimen y un abanico opositor. Apostando por el empujón castrense, los extremistas nada hicieron para sumar fuerzas con Capriles y otras individualidades y apuntalar el ariete más temido y eficaz contra el Gobierno: la unidad antigubernamental. El magnate ha sido derrotado por la cronicidad de sus calenturas; la oposición, por los personalismos y menosprecio del poder chavista.
El hombre que amagaba con invadir Venezuela en nombre de la libertad y la democracia se marcha emporcándola, arrastrado de los pelos; Guaidó se queda colgado de la brocha. Su arropamiento internacional será más difícil sin un Trump que lo proteja. La Unión Europea ya ha empezado a marcar distancias. No se refiere a él como presidente encargado sino como líder opositor. Por algo se empieza cuando, por costes políticos, no puede reconocerse que tropieza porque siempre actúa a remolque del presidente de Estados Unidos.
Trascendió que Guaidó llamó insistentemente a Biden pero el electo no contestó. Al derrumbarse el mando republicano se derrumban monopolios, planes y tejemanejes opositores financiados por el Tesoro americano y las fortunas de exfuncionarios venezolanos en busca y captura por el chavismo, más por traidores a la causa que por ladrones, un oficio antiguo en la petrolera nacional. ¿No había otra manera de solucionar la crisis que investir presidente legítimo a un vicario en una tarima callejera?
No sin razones, Maduro declaró que el mérito de haber pulverizado a la oposición correspondía a Trump y Guaidó, fabricado con engaños, redes sociales y mucho dinero. Lo afirma un mandatario sostenido por la mentira, la manipulación institucional y el desaliento de la voluntad popular, mayoritariamente ausente en un Parlamento ilusorio, cuya primera estafa será preparar “un gran diálogo nacional, un diálogo donde estemos todos”, anunció su presidente, Jorge Rodríguez. Todos menos los que nosotros digamos. Ni olvido ni perdón ni reconciliación, casi como cuando el cacique adeco Henry Ramos presidió el Parlamento controlado por la oposición.