(15 de mayo del 2019. El Venezolano).- Prometí, en mi artículo anterior, continuar la historia, resumida por supuesto, que registra en sus páginas algunos de los hechos cuya sumatoria es hoy tragedia nacional. Es obvio que los promotores de la catástrofe que hoy padecemos los venezolanos, encontraron el terreno abonado para lograr la siembra exitosa de sus perversos y antipatrióticos propósitos; pero de esta parte, previa al “Caracazo”, me ocuparé posteriormente. Trataré hacerlo de la manera más elocuente e inteligible, sin restarle ni sumarle información.
La entrega precedente de este artículo, cubre un breve espacio histórico que abarca desde el “Caracazo” hasta la segunda presidencia de Rafael Caldera y recoge la desafortunada gestión de este desertor del pacto democrático de 1958, perversa o incapaz administración de la antipolítica y la antidemocracia, que facilitó el hundimiento definitivo del sistema democrático, para que Hugo Chávez llegara sin escollos a Miraflores. Se debe recordar que Chávez había cometido varios delitos gravísimos,
situación que ameritaba más de 20 años de cárcel. (Hay expertos que incluso hablaban de pena máxima).
Pues bien, Rafael Caldera, en su condición de Presidente de la República, salvó al delincuente militar con un sobreseimiento de la causa; es decir, dicho militar, reconocido ya como enemigo de la democracia y del Estado de Derecho, salió en libertad y además sin ser inhabilitado para ejercer cargos públicos.
Uniendo el discurso de Caldera el 4 de febrero de 1992, en el cual justificó el golpe de Estado encabezado por el forajido castrense, con el decreto de sobreseimiento, se puede afirmar, sin prejuicios de ninguna naturaleza, que Rafael Caldera hizo el “mandado” completo para que Hugo Chávez cumpliera con su diabólica meta de destruir el sistema de libertades que ya había
cumplido 40 años. ¡Demasiado tiempo para quienes, civiles o militares, ven sus ambiciones en peligro! Pensé que con este artículo agotaría el material de tan delicado asunto; sin embargo, hay episodios de nuestra historia de los que muy poco se habla. Seguramente se le teme a la reacción de quienes han pretendido convertir diablos en dioses. Con frecuencia la historia real se omite, para darle paso a la intención subjetiva de quien la escribe o la manda a escribir.
Continuaré ahondando en este propósito, porque de lo contrario me sentiría cómplice de cuanto se ha ocultado y aún se oculta, sobre esta tragedia nacional que le sobrevino a Venezuela.
¡Estén pendientes de nuevas entregas; ahora le corresponde a ustedes divulgar esta opinión, hasta abarcar el mayor número de informados!