(02 de noviembre del 2021. El Venezolano).- A veces siento que vivo en un capítulo especial de la Dimensión desconocida hecho en Venezuela. Camino por las calles y veo a la gente a mi alrededor en slow motion, esa terrible certeza de que el tiempo está detenido, que no pasa nada, mientras nadie se pone de acuerdo en nada, como una película en la que todos los días sucede lo mismo. Así como El lado oscuro de la luna de Pink Floyd, solo que convivimos en una oscurana nacional, dónde la labor por la que los patrocinadores de esta amnesia colectiva se merecen su Doctorado Deshonoris Causa.
Mi capacidad de sorpresa siempre se mantiene en alza, apartando las increíbles excusas gubernamentales, gracias a las maromas dignas de Le Cirque Du Soleil de quienes son capaces de sobrevivir con poco más de Tres dólares mensuales llevados a bolivares huérfanos ahora de muchos ceros a su derecha.
Eso para mí desafía a cualquier reality show de supervivencia extrema. Es una hazaña que merece ser reconocida por el libro Guinnes que marca un hito sin precedentes en la historia de la humanidad. Hasta hay un bono insignificante que le reconoce a una madre con un recién nacido un monto que no cubre ni una bolsita de pañales. Esa es la gran paradoja de vivir en un país de supervivientes sin timbres de recreo, dónde la ineficiencia se ha institucionalizado.
Aún así la historia oficial se jacta de una gesta épica con los pies de barro que nos quieren vender como el pueblo más digno y alegre, la expresión y mejor ejemplo de un hombre nuevo. Es el triunfo efímero de la irracionalidad en esta caimanera nacional. Porque al final después de más de 20 años que tenemos los venezolanos viviendo en el lado oscuro del tiempo de alguna manera todos hemos perdido algo, para decirlo en termino Beatle, en este largo y tortuoso camino. Familia, seres queridos, oportunidades, ilusiones, certezas y un interminable inventario de cosas materiales y por supuesto, del espíritu.
Pero el mayor y peor logro de esta involución que nos conformemos con una desmedida miseria humana, mejor inhumana que nos mantiene en una supervivencia que prohíbe el pensamiento y que te deja varado en la frontera entre el bien y el mal.
Hoy quiero decirte que aunque no me lo creas toda tu vida está invadida por la política. Y eso incluye a todos. Los que nos quedamos o los que se fueron.
Por más que no tengamos las condiciones ideales. Esto es lo que hay. Este 21 de noviembre iré contracorriente a expresar lo que siento, lo que creo. Seguramente saldrá quién te diga que pierdo mi voto. Pero no me importa. Yo ganaré porque no me venció la indiferencia y como dice ese acrorazo Héctor Manrique, que siempre al final de una función de teatro hace alguna alegoría de sus personajes de las cosas que pasan en este país ante nuestras narices. “Cada vez que digas que no quieres saber de la política, ella te dirá; Yo si sé si re ti y te voy a seguir . Fregando tu vida, quitándole ceros a tu moneda y ponie dotelos a ti, alejandote de la cesta básica, haciendo que tu gente más querida huya del país, haciéndote más pobre y que tu vida sea siempre anormal. Que no te aniquile la indiferencia, que nunca te derrote la desesperanza. No te rindas”.
Vota. Porque es lo único que tienes ….Por ahora.
Escrito por: Amos Smith