(25 de enero del 2021. El Venezolano).- Las grandes maldades no la hacen personas que creen que hacen el mal. Actúan sobre el mundo con una concepción errada de éste. En su libro «Sobre La Tiranía», el profesor de la Universidad de Yale Timothy Snyder describe el rol que en esto juegan las «Grandes Mentiras». El auge del nazismo en Alemania estuvo basado en la Gran Mentira de lo que se llamó «La Puñalada en la Espalda», la idea de que Alemania no había perdido la Primera Guerra Mundial en el campo de batalla, sino que había sido traicionada por unos líderes políticos al servicio de una conspiración internacional donde los judíos jugaban un rol central. Para creer esta Gran Mentira había que dejar de creer en un gran conjunto de hechos reales y verificables que la contradecían. Para ello era necesario negar la realidad objetiva, negar lo que dijera la prensa libre y negar el derecho de los que disienten. De allí salió la justificación del antisemitismo que terminó en el Holocausto.
Acabamos de ver la lógica de la Gran Mentira en las elecciones recientes en Estados Unidos. La idea de que el presidente Trump ganó las elecciones de manera masiva pero que una conspiración le robó la victoria, es otra de estas Grandes Mentiras. Para creer en ella, es necesario dejar de creer en los gobernadores y asambleas legislativas controladas por el Partido Republicano que certificaron la elección, en el Departamento de Justicia y el Departamento de Seguridad Nacional que no encontraron evidencia de fraude, en la Corte Suprema de Justicia y los más de 50 jueces que decidieron en contra de las demandas de Trump, y en los medios de comunicación, los enemigos del pueblo – según ha venido repetidiendo el presidente durante 4 años. Ante la creencia en una masiva conspiración inventada por el líder, sus seguidores cometen crímenes con lo que creen ser sus mejores intenciones; por ejemplo, tomar el Capitolio en Washington, DC. el pasado 6 de enero.
En este momento, está circulando una mentira equivalente que tiene que ver con una supuesta conspiración mundial perversa dirigida por George Soros, a través de su fundación Open Society Foundation (OSF).
Como la organización que fundé en el año 2006 y que aún dirijo – el Harvard Growth Lab – ha recibido subvenciones de OSF, se me quiere hacer parte de esa falsa conspiración. Me consta que esta conspiración es una de esas Grandes Mentiras. El que quiera enterarse sobre los que hace OSF puede comenzar por revisar su sitio de internet. El nombre de la organización sale del título de uno de los libros de Karl Popper – La Sociedad Abierta y Sus Enemigos. Popper fue profesor de Soros en la década de los cincuenta en el London School of Economics. Su libro argumenta que la verdad es algo que emerge de la confrontación de ideas en la sociedad y que, por ello, es importante que las sociedades sean abiertas y tengan la capacidad de debatir distintos puntos de vista. OSF se estrenó en Sur África ayudando a grupos que se organizaban contra el Apartheid y se concentró luego en Europa Oriental, ayudando a las organizaciones de la sociedad civil que intentaban organizarse frente al totalitarismo. En la actualidad, la organización otorga subvenciones equivalentes a 1.2 millardos de dólares al año principalmente a organizaciones de la sociedad civil a través del mundo. A lo largo de su historia ha otorgado más de 50.000 subvenciones.
La relación entre OSF y el Growth Lab data del año 2013. En julio de ese año, Edi Rama ganó las elecciones parlamentarias y fue nombrado primer ministro de Albania, en una campaña en la que asoció a su oponente en el poder – Sali Berisha – con el autoritarismo de Hugo Chávez. Rama, artista plástico y líder del movimiento estudiantil que sufrió un intento de asesinato que lo dejó con una fractura en el cráneo durante su lucha contra el comunismo, se había vuelto famoso luego como alcalde de Tirana, la capital de Albania, por su forma artística de re-imaginar y transformar la ciudad. Por su éxito, Rama fue invitado a presentar su visión en las prestigiosas conferencias TED. Su gestión de la ciudad lo llevó a convertirse en el líder de la oposición y a derrotar a Berisha en las elecciones del 2013.
Pocos días después de la elección, Christopher Stone – presidente del Open Society Foundations (OSF) en ese momento – fue a hablar con Rama para preguntarle como podían ayudarlo. En la reunión con Stone, Edi Rama le pidió que me involucrara en ayudar a su gobierno en su recuperación económica. Yo no conocía a Rama, pero algunos de sus colaboradores me habían visto en una conferencia en Atenas en el 2010 y habían pensado que yo podría ayudar a su país. Manejando al aeropuerto luego de la reunión con Rama en la cual evaluaron la forma como Open Society podría ayudarlo, Stone me llamó para pedirme que fuera a Albania a explorar las opciones. Christopher Stone me conocía bien, no solo porque ambos fuimos colegas en la Escuela Kennedy de Harvard por muchos años, sino también porque trabajamos juntos en dos proyectos del Growth Lab. El primero fue en Sur África, donde dirigí un proyecto sobre el tema de crimen y seguridad entre 2004 y 2009. El segundo fue un proyecto pequeño para ayudar en temas de seguridad a los nuevos gobiernos del Distrito Capital y Estado Miranda y a los gobiernos municipales de Sucre, Baruta y El Hatillo en Caracas, electos en el 2010. Por ello, Stone conocía bien la forma de trabajar del Growth Lab.
Junto con un equipo del Growth Lab, visité Albania en agosto de 2013 por un par de semanas en las que hicimos un diagnóstico de la situación. El país enfrentaba 3 potenciales crisis: primero, una macro-fiscal donde el gobierno tenía un déficit grande y creciente que estaba siendo financiado con demoras en los pagos. Segundo, el país enfrentaba una potencial crisis bancaria con una cartera de préstamos bancarios vencida muy alta y creciente. Tercero, el país enfrentaba una crisis energética, dado el catastrófico desempeño operativo y financiero de la empresa de distribución eléctrica. Definimos un programa de asistencia técnica para ser financiado por OSF. Me siento muy orgulloso por los logros de este proyecto, ampliamente documentado. Logramos resolver esos tres problemas y pusimos a la economía a crecer, a pesar de las dificultades que estaba pasando Europa en ese momento.
En el 2015, la sensación en OSF era que el proyecto de Albania estaba siendo muy exitoso. Sorpresivamente y en paralelo, Ranil Wickremesinghe fue electo Primer Ministro de Sri Lanka, luego de la derrota que sufriera Mahinda Rajapaksa, el lider nacionalista singalés, con fuertes tendencias autoritarias y con gran intolerancia hacia la minoría tamil. OSF nos contactó nuevamente y le pidió al Growth Lab un proyecto para el nuevo gobierno de Sri Lanka similar al de Albania. Era finales de 2015 y venían elecciones parlamentarias en Venezuela, en las cuales la oposición tenía opciones de ganar, como efectivamente ocurrió. Le dije a la Fundación que el Growth Lab aceptaría el proyecto de Sri Lanka siempre y cuando financiaran un proyecto similar para Venezuela. La OSF aceptó esta condición. As comenzó el proyecto sobre Venezuela en Harvard.
Este financiamiento para Venezuela permitió que el Growth Lab creara un equipo que trabajó desde principios del 2016 en analizar la economía venezolana y diseñar una estrategia de recuperación. Nos permitió también contratar un conjunto de estudios con los mejores economistas venezolanos en Venezuela y el mundo. Organizamos varios seminarios en Harvard, incluyendo una conferencia de 4 días a finales de septiembre del 2018, la cual dio origen al Plan País, el plan eventualmente aceptado por la Asamblea Nacional y el Presidente Juan Guaidó en el 2019.
Mientras ejecutábamos estos proyectos en el 2017, la guerra civil en Siria estaba causando una crisis de refugiados muy importante que había desestabilizado la política en Europa. OSF estaba ayudando al Gobierno de Jordania para que desarrollara la capacidad de absorber a los nuevos refugiados. Dentro de ese esfuerzo, OSF nos pidió que hiciera otro proyecto «tipo Albania» pero para el Gobierno de Jordania. Les pedí a cambio un apoyo financiero para reforzar institucionalmente al Growth Lab a fin de que pueda fortalecer los proyectos de investigación más académicos. Ellos aceptaron. El proyecto del Growth Lab en Jordania ayudó a ese país a redefinir su estrategia de desarrollo y a presentársela a la comunidad internacional, cosa que a juicio del gobierno se hizo con éxito. Por ello, la relación del Growth Lab con Jordania continúa, pero es financiada desde el año 2020 por el gobierno norteamericano a través de la Agencia de Desarrollo Internacional de EEUU (USAID, por sus siglas en inglés).
Si bien el apoyo de OSF ha sido importante en el proceso de desarrollo y crecimiento del Growth Lab, en estos últimos años nuestro portafolio de patrocinantes se ha expandido de forma significativa, incluyendo directamente a los gobiernos nacionales y regionales que son beneficiaron de nuestras investigaciones, organizaciones multilaterales y de ayuda internacional, y fundaciones filantrópicas que buscan promover el desarrollo en armonía con el equilibrio ambiental. Como consecuencia, la participación de OSF dentro del conjunto de patrocinantes que financian nuestro equipo de más de 50 personas se ha vuelto marginal.
Me siento extremadamente agradecido con George Soros y la OSF por la oportunidad de trabajar en Albania, Sri Lanka y Jordania, por el apoyo recibido para nuestros esfuerzos en Venezuela y por lo que hemos podido hacer en materia de investigación básica gracias a su apoyo al Growth Lab. Creo que no solamente aportamos buenas ideas a los gobiernos de estos países, sino también estos proyectos nos han permitido aprender mucho sobre el desarrollo económico en varios contextos distintos. La codificación de esos aprendizajes en publicaciones ha extendido estos beneficios al mundo académico y a los estudiantes y responsables de las políticas publicas interesados en resolver los retos de crecimiento en los países en desarrollo.
Todos los proyectos fueron supervisados por la Universidad de Harvard. Como dictan las buenas prácticas de transparencia e independencia académica, todo el financiamiento de OSF ha entrado directamente a la Universidad de Harvard. Mi sueldo corre a cuenta de la Escuela Kennedy de Harvard y mi cargo no depende en nada de la relación con OSF. Esos recursos han permitido al Growth Lab contratar los equipos de trabajo que ejecutaron estos proyectos. Estas personas se han desarrollado intelectualmente gracias a estas experiencias, lo que los hace hoy mejores profesionales.
En el transcurso de estos proyectos a lo largos de estos años, OSF jamás ha interferido – o buscado interferir – en la sustancia, métodos, resultados, o implicaciones de política derivados de los trabajos del Growth Lab. Tampoco nos pidió que compartiéramos con ellos información de carácter confidencial que los gobiernos habían compartido con nosotros. Luego de mas de 7 años de relación, tengo la mejor opinión de OSF y sé que está dedicada a ser útil a la sociedad civil, con especial énfasis en ayudar a quienes luchan por la libertad en países que buscan recuperarse de totalitarismos de izquierda y derecha.
Lo más absurdo de la acusación contra Soros hecha por venezolanos que apoyan a Trump, es suponer que, si Soros se opone a Trump, debe estar a favor de Maduro. Nada más lejos de la realidad. Maduro representa lo opuesto de una sociedad abierta. Por ello OSF ha apoyado y sigue apoyando fuertemente a organizaciones de la sociedad civil venezolana que defienden los derechos humanos, que intenta informar, que se enfrenta a la corrupción y el abuso, que se dedica a atacar el hambre y la pobreza y que trabajan para convertir a Venezuela en una sociedad libre.
Esa es la realidad, una realidad como todas las realidades: absolutamente incompatible con la Gran Mentira