(15 de mayo del 2020. El Venezolano).- El sol hace hervir la tarde en la ciudad venezolana de Maracaibo cuando Alfredo González revisa la instalación de gas doméstico que hizo a su vieja camioneta, un ingenio que le ha permitido sortear la grave escasez de gasolina que atraviesa el país y continuar con sus labores como transportista.
A simple vista, el sistema luce peligroso, aunque el hombre de 58 años dice que es, más bien, sencillo y seguro.
Hay un cilindro de gas atado a la parte trasera de su vehículo, una destartalada Wagoneer de la década de 1980. El gas llega al cansado motor a través de mangueras de cobre y plástico, aunque no parece que haya orden mecánico al levantar la capota.
Cuando se pasan las llaves de los reguladores, el gas se quema dentro del motor y el vehículo tiene de nuevo fuerza para recorrer las calles de los barrios deprimidos del oeste de Maracaibo, donde la grave crisis que sufre de Venezuela se siente con mayor crudeza.
“Igual que la gasolina”
González saca pecho al mostrar a Efe el sistema y recuerda que solo le bastó un cilindro de gas licuado de petróleo, reguladores y algunas mangueras para dar nueva energía a su vehículo. Todo un invento de ingeniería doméstica.
“Yo le hice un sistema seguro”, asegura el hombre, que hace unos meses se ganaba la vida como mecánico. “La bombona está bien puesta afuera, en el exterior del carro y tiene un sistema para evitar fugas”
“Hice un trabajo a la perfección, trabaja igual que la gasolina. Creo que es un trabajo seguro para podernos defender, porque con esta pandemia y este problema sin combustible tenemos que hacer algo para llevar el sustento al hogar”, prosigue, antes de matizar que, quizás, el sistema necesite de “algunas correcciones”.
En Maracaibo, la capital del rico, pero castigado, estado de Zulia, que colinda con Colombia, estos improvisados sistemas para quemar gas en vez de gasolina se ven en motocicletas y hasta en plantas eléctricas, otro bien de primera necesidad en vistas de los recurrentes cortes del fluido.
Sin electricidad, sin gasolina
Venezuela, el país con las mayores reservas probadas de petróleo en el planeta, se ve sacudido por una escasez de gasolina que ya cumple varias semanas. Y esto ocurre en período de cuarentena por el COVID-19, que ayuda a disimular la carencia. ¿Qué ocurriría en condiciones normales, cuando la gente se debe desplazar en coche para ir a trabajar?
El régimen de Nicolás Maduro atribuye la escasez a las sanciones económicas de Estados Unidos, pero la oposición apunta a la pérdida del poder refinador que afloró con la crisis eléctrica. Ninguno de los dos problemas tiene solución inmediata, así que el confinamiento terminará antes de que se haga el milagro. Será la prueba de fuego para un país que arrastra años de crisis.
Las largas filas de vehículos en las cercanías de las gasolineras ya forman parte de paisaje habitual de esta nación petrolera, famosa por sus peloteros y el bajo precio al que se vende la gasolina, tan barata que un solo dólar llena los tanques de varios millones de autos compactos. El costo para el cliente es tan bajo como la propina que quiera dar al expendedor.
El improvisado sistema gana adeptos
Por ello, cada vez más transportistas de esta región tientan a la suerte y apuestan por estas adaptaciones, aunque no hayan cifras oficiales que den luz a la magnitud del fenómeno.
“Lamentablemente aquí los transportistas están recurriendo a un recurso que podría ser peligroso tanto para ellos como para los usuarios”, dice a Efe el secretario de un sindicato local de transporte, Rubén Esis. “La necesidad económica, el hambre que se está apoderando de los transportistas, los ha llevado a recurrir a estas medidas que pueden ser peligrosas”.
Esis tiene años denunciando el colapso del sector transporte en Venezuela.
Pero su voz no se escuchó cuando apuntó que la crisis no permitía renovar las flotas de autobuses. Tampoco cuando exigió autopartes tan básicas como embragues y transmisiones para que las viejas unidades volvieran a las calles.
El transporte en Venezuela atraviesa su propia crisis, con la falta de vehículos como faceta más visible.
Como respuesta, algunos transportistas han optado por conducir camiones de carga para la movilización de pasajeros, un servicio que en el país se conoce como “perreras”.
Con información de EFE