(23 de julio del 2020. El Venezolano).- Estados Unidos superó este jueves los cuatro millones de casos de coronavirus, con estados como California batiendo récords de contagios, aunque en otras regiones del país la epidemia parece haber ingresado en una meseta.
El número de nuevos casos muestra que un freno al aumento exponencial observado en junio en estados como Arkansas, Iowa, Carolina del Norte y del Sur, así como Arizona, cuya capital Phoenix fue hace unas semanas uno de los centros de circulación del coronavirus más activos del país.
Las repetidas alertas de los funcionarios de salud, los cierres de bares y la obligación de usar tapabocas en varios lugares desde junio parecen estar dando frutos.
Aunque a nivel federal, el mandatario Donald Trump recién en los últimos días empezó a promover el uso de mascarillas como un gesto “patriótico”, tras mostrarse reacio.
Dos días antes de que Estados Unidos superara este jueves los cuatro millones de casos y las 143.800 muertes, Trump había reconocido que la situación “empeorará antes de mejorar”.
Pero en Arizona hay esperanzas: la cantidad de casos nuevos en este estado vecino a California alcanzó los 20.000 la semana pasada, 11% menos que la semana previa, según las estadísticas oficiales.
“Las cosas están mejorando”, dijo el jueves Matthew Heinz, médico en un hospital de Tucson, quien defiende el uso de tapabocas.
“Muchas más personas usan máscaras en comparación con hace un mes”, dijo a la AFP. Las hospitalizaciones allí han disminuido desde junio.
Aunque la epidemia está lejos de ser contenida en Estados Unidos, el número de contagios aumentó un 7% en una semana, contra el 20% registrado en las semanas anteriores.
Y los modelos epidémicos predicen, en promedio, un pico en las próximas cuatro semanas, según Nicholas Reich, de la Universidad de Massachusetts, quien trabaja con proyecciones de unos 20 centros de investigación.
“Los modelos responden a la desaceleración observada en el aumento en el número de casos la semana pasada”, dijo el bioestadístico a la AFP.
Reich dice que no puede asegurar que se haya alcanzado un punto de inflexión, porque en lugares como Texas y Florida la gente tiene que hacer cola durante horas para someterse a una prueba de diagnóstico, y el informe de los resultados tarda tres, cuatro o siete días, lo que entorpece el monitoreo en tiempo real.
La estabilización “se debe sin duda en parte a los cuellos de botella de las pruebas”, señala el experto.