(13 de julio del 2020. El Venezolano).- Quién podía imaginar que la Venezuela petrolera, país con una producción de crudo superior a los tres millones de barriles por día, que durante los cuarenta años que la marabunta revolucionaria quiso desprestigiar calificándolos como el puntofijismo, que en esas cuatro décadas logró para sus nacionales el crecimiento de la clase económica profesional más elevado que cualquier país del mundo desarrollado, porque el pueblo verdaderamente tuvo acceso a la educación en todos los niveles, sobre todo el universitario porque de tres Universidades que existian en el país hasta 1958, los gobiernos democráticos surgidos después del 23 de enero establecieron cerca de ciento treinta Universidades e institutos de educación superior a lo largo y ancho de todo el país, iba a ser declarada, en estos momentos ,como uno de los países más pobres del mundo, incluso por debajo de Haití, que ya es mucho decir.
Esta triste realidad de una Venezuela rica, que en los primeros años del desgobierno de ese atormentado ser a quien este cronista califica como el engendro infernal de Sabaneta de Barinas, se calcula que dilapidó más de cuatrocientos mil millones de dólares que eran de todos los venezolanos regalándolos por todo el mundo, realizando importantes obras de servicios públicos en diversas naciones del continente, cuando esas inversiones hacían falta en nuestro país , convertida en un país inmensamente pobre, no la estamos inventando, está muy bien documentada en dos formidables estudios realizados por dos instituciones de prestigio mundial.
La primera, la Oxfan, Confederación Internacional conformada por 19 organizaciones no gubernamentales que realizan labores humanitarias en 90 países pobres del mundo, fundada en medio de la segunda guerra mundial por académicos de la Universidad de Oxford y otras organizaciones religiosas y de carácter social; y la segunda, Encovi, una muy reputada encuesta que gerencia el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello.
La Oxfan agrega al estudio del hambre los efectos catastróficos de la pandemia del Covid-19 con esta sentencia:»La Covid-19 ha añadido combustible al fuego de una ya creciente crisis de hambruna».
Y quién podía pensar que al enumerar ese informe de los diez enclaves del mundo donde existe hambruna extrema y donde la crisis alimentaria está empeorando a causa de la pandemia, incluye a: Yemen, República Democrátic del Congo, Afganistan, Sahel africano (Sahara occidental),Etiopía, Sudan, Sudan del sur, Siria, Haití y, ¡Oh¡, ¿sorpresa?, Venezuela.
Mientras tanto, surge, casi al mismo tiempo,la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2019-2020, Encovi, promovida por la prestigiosa Universidad Andrés Bello, que ha tenido un enorme impacto porque ratifica lo que todos los venezolanos observamos y vivmos diairamente»que Venezuela ha perdido aquel halo, o aquella imagen o aquella esperanza de país rico, para devenir en poco más de dos décadas en un país no sólo empobrecido, sino cada día, más y más, venido a menos. Estructuralmente ,extendidamente pobre».
La revolución, nos convirtió en un país extremadamente pobre con el cuento que desde sus comienzos locos nos echaba el iniciador de la tragedia, de que todos teníamos que ser iguales, pero hacia abajo,empobrecidos todos. Y vaya genio el tipo, lo logró a medias porque esa tarea la ha completado esa cosa sin entidad que hoy igulmente desgobierna nuestro país y lo ha llevado a la más desstrosa situación que pueda vivir el páis más pobre del planeta, por cuya cabeza los Estados Unidos has puesto un precio de quince millones de dólares a quien o quienes ayuden a su captura. Y en estos momentos, hay un elemento de nacionloidad colombiana que se encuentra detenido en una pequeña república del Africa, Cabo Verde, a quien se le acusa de ser testaferro del usurpador de Miraflores, esperando ser deportado a los Estados Unidos donde se le acusa de lavado de dinero y de otros delitos.
Y está bien que esa decena de países que nombra la Oxfan tengan el fantasma del hambre haciendo estragos con sus habitantes, pero lo que no se justifica es que Venezuela, habiendo recinido más de dos billones de dólares en los últimos veinte años de esta malhadada y corrupta revolución por la venta del petróleo, se encuentre hoy más pobre que Haití, según los cálculos realizados en este informe, que tienen su base sustancial en que el salario mínimo en Haití, medido en dólares, es infinitamente superior al de los venezolanos.
Para tener una idea del desastre dejado por Hugo Chávez y exacerbado por su hijo putativo, Nicolás Maduro, basta con trasladarse a los meses posteriores del fin de la segunda guerra mundial, cuando el Gobierno de los Estados Unidos pone en marcha el Plan Marshall, cuyo nombre oficial es:European Recovery Program, para ayudar a la reconstrucción de la Europa occidental, 18 países, cuyas capitales habían quedado devastadas, destruidas, por los bombardeos alemanes.
El capital dispuesto fue de doce mil millones de la época, y con esa cantidad se inició la reconstrucción de Londres, París, Amsterdam, Polonia y otras catorce naciones. Venezuela, estimados lectores, recibió unos diez mil planes Marshall, a lo mejor son más , y todos podemos ver como no solamente se empobreció al pueblo venezolano, sino que está destruida toda la infraestructura de servuicios públicos que llegó a ser una de las mejores y completas del continente y del mundo adelantado.
La revolución, bonita la calificaba el engendro, acabó con uno de los servcios eléctricos más eficientes que existía en el mundo, mientras le construía plantas termoelectricas a Nicaragua, Cuba, Bolivia, Ecuador, Uruguay. Acabó con el servicio de agua potable que llegaba todos los estados del país gracias a la construcción de decenas de represas y acueductos por los cuatro costados de Venezuela. Hoy el pueblo venezolano clama por agua.
Y si seguimos paseándonos por el resto de los servicios vemos como nada funciona. El aseo urbano es una basura, las calles inservibles,los puentes en ruinas, los hospitales han sido declarados en crisis humanitaria, sin medicinas ni equipos para atender las emergencias, y así los consigue la pandemia, para variar.
Ese es el verdadero legado que estos zánganos revolucionario han dejado como resultado de una desastrosa gestión donde la desidia,la incapacidad, la codicia y el robo de los dineros públicos, del pueblo venezolano que hoy padece el hambre hereje, han caracterizado un poco más de veinte años de latrocinio.