(09 de marzo del 2023. El Venezolano).- “Un fanático es alguien que no puede cambiar de mentalidad y no quiere cambiar de tema.” Winston Churchill.
Por Neuro J. Villalobos Rincón
En alguna ocasión el fallecido Rigoberto Lanz escribió la frase: “Hay socialismos para todos los gustos.” Con esa expresión uno podía deducir que el socialismo es algo acomodaticio, en él se encubren afanes totalitaristas, militaristas y se cobijan fanáticos revestidos de sensibilidad social. También se agazapa el fascismo a pesar de que no ha habido ninguna forma de organización social donde se constriñe la libertad y la democracia que pueda tener futuro. Los seres humanos que hemos aprendido a serlo, privilegiamos ese derecho natural a ser libres, y así lo hemos proclamado.
La vocación imperial y fascista de los regímenes dictatoriales olvida, como dice Fernando Savater que “hay que nacer para humano, pero solo llegamos a serlo cuando los demás nos contagian su humanidad.” Es un nuevo humanismo lo que necesitamos y no nuevos totalitarismos remozados y egocéntricos encubiertos con un manto democrático.
El modelaje de Chávez, Maduro, y su cuerda de seguidores y colaboradores, carentes de ética y de principios, ha demostrado que el denominado socialismo lleva en sí mismo, incorporado, el germen dictatorial para poderse imponer. No es, ni nunca lo ha sido, el camino hacia la justicia social.
Sin embargo, han retozado, como retozan todos los de su especie, con la ignorancia de los pueblos. Por eso urge transformarlos en ciudadanos para que dejen de ser masa susceptible a los encantos mesiánicos, a la mentira compulsiva, a la hipocresía carismática, al filibusterismo político, y pasen a ser un pueblo transformado en sujetos conscientes de sus derechos y deberes, instruido y educado, refractarios a quienes pretenden cegarlo con su infalibilidad.
En esa especie de bodrio ideológico que inspira a los regímenes totalitarios se observan los rasgos característicos del fascismo que animaron a Mussolini, cuya doctrina fué concebida y modelada desde el poder, para tratar de perpetuarse en él. Surgió como un movimiento oportunista y circunstancial, sin ideología definida, a diferencia de otras tendencias que fueron preformuladas con programas más o menos orgánicos para ser aplicados desde el gobierno.
La visión socialista no es más que una justificación para arrebatar la propiedad privada y repartirla entre los servidores del régimen: los militares y el resto de la camarilla en el poder. Su amor por los pobres, engañoso componente de su concepción socialista, se reduce a los actos de caridad con utilería oficialista, mientras que los pobres se incrementan ya que el fascismo también proclama “la inmutable, benéfica y provechosa igualdad de clases”, “la predestinación de las élites”, “la absoluta e indiscutible supremacía del Estado sobre el individuo”, y la “misión de sacrificio y heroísmo de esas élites”.
Es necesario acabar con esa manifestación del poder coactivo cuya condición extrema es la instrumentalización de sus relaciones y sustituirlo por el poder sustentado en principios. Es imprescindible suprimir el típico estilo chimpancé que se ha entronizado en el poder. Ese que según Carlos Matus “es el modo más primitivo de hacer hacer política”, en el cual “el jefe es superior por su fuerza y todo le está permitido” ya que ahora cuentan con los avances científicos y tecnológicos del mundo, y con el conocimiento tarifado y los pocos escrúpulos de los aprovechadores de siempre.