(16 de octubre del 2020. El Venezolano).- “Lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad.” Pelicula El Gladiador.
Observando la realidad de lo que ocurre en Venezuela confieso que me aterra la sentencia de Benjamin Franklin cuando dice: “que sólo un pueblo virtuoso es capaz de vivir en libertad. A medida que las naciones se hacen corruptas y viciosas, aumenta su necesidad de amos.”
Lamentablemente, Venezuela se ha caracterizado en los últimos años no solo por el monto de los vergonzosos actos de corrupción que nos ponen a la cabeza de las naciones más corruptas en el mundo, sino que, además, ha crecido exponencialmente la cantidad de personas dedicadas a las actividades ilícitas y a los vicios de todo tipo, lo cual, siguiendo a Benjamin Franklin, todo hace pensar que también va en aumento nuestra necesidad de amos. Dios quiera que esa sentencia no sea cierta, porque en el fondo, lo que hacen los vicios es crear discordia, y de eso también tenemos en abundancia.
En todo caso, el régimen está dando pasos para asumir el poder por muchos años más tratando de blindarse con una atrocidad jurídica mal llamada “Ley anti bloqueo”, concebida como un instrumento jurídico por encima de la Constitución, que le permita al régimen hacer lo que le da la gana en el país y con el país. Amos y señores de la comarca, ellos serán los patriotas y el resto de los venezolanos seremos los siervos de la gleba, y los enemigos.
Reaccionemos, prestemos la debida atención a esa aberración cubana-madurista redactada , según dicen, por el inexcusable Escarrá. Con ella se nos cierra cualquier resquicio de libertad de la cual podamos disponer y el manto de oscuridad será total sobre el país.
La reacción no puede ser otra que la insurgencia contra un estado de cosas que no nos permite vivir con dignidad y mancha nuestro gentilicio en el mundo entero. Es el estigma de la corrupción. No podemos seguir esperando los designios terrenales que fluyan de la Casa Blanca, ni los divinos del Vaticano. Ellos tienen sus propios afanes cuyas prioridades son mayores que nuestra tragedia. Los problemas de los venezolanos los creamos nosotros, por tanto, nos exigen que seamos capaces de resolverlos. Hemos dicho hasta la saciedad que solos no podemos y hemos expresado las razones de porqué no, pero, la paciencia estratégica y los efluvios divinos los consideran insuficientes o inoportunos.
Respiremos profundo y llenemos nuestros pechos del coraje suficiente para imponernos por encima de los obstáculos y las dificultades y vamos por el rescate de nuestra democracia y de nuestra libertad. Hagamos que las trompetas de la historia resuenen hasta que señalen el triunfo de nuestra causa en el presente. El sabor de la victoria será un néctar en nuestras vidas deshechas por el vandalismo chavista-madurista en alianza con el vandalismo internacional y los idiotas de ocasión de todas partes y de todas las edades.
Ese día luminoso quizás empecemos a escribir y construir una filosofía de nuestro desamparo y una economía con la fuerza de la unidad de todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Hagámoslo pronto, porque podemos perder con el enemigo, esa es una posibilidad, pero, con el miedo nunca.