(06 de diciembre del 2020. El Venezolano).- La utilidad de la Consulta Popular que inicia este 7 de diciembre nunca ha estado clara, pero, como es normal en la Venezuela de las urgencias, es probable que su verdadera incidencia sea sobredimensionada como parte de los objetivos políticos de algunos sectores de la oposición.
Algunos tienen dudas razonables sobre el verdadero objetivo del interinato que lidera Juan Guaidó en torno a la consulta la que, por cierto, no es una iniciativa emanada desde los partidos, sino desde la propia sociedad civil organizada que tenía más de un año planteando el evento como parte de la lucha.
¿Por qué las dudas? Porque nunca prestaron atención a la propuesta de los ciudadanos, hasta que se consiguieron con el agua al cuello como consecuencia de la pérdida de credibilidad y confianza del pueblo en Guaidó, ante la acumulación de errores, decepciones y por no haber cumplido con sus ofertas del cese de la usurpación, el gobierno de emergencia nacional y las elecciones libres.
Ojalá los resultados de la consulta sean utilizados para encontrar mayor presión internacional, pero además para construir una salida que permita aliviar las penurias a una población que a duras penas sobrevive, en medio de las peores carencias que han vivido los venezolanos.
Lo lamentable sería que la cofradía que controla el interinato y que lideran Juan Guaidó, pero sobre todo Leopoldo López, quiera usar los resultados de la consulta para justificar su permanencia en el poder y mantener el control político de la oposición, pero además los negocios que provienen de dicho poder.
Y la peor tragedia sería usar el evento para aparentar que todo cambia, cuando nada cambia en una típica jugada gatopardiana de quienes se acostumbraron al poder, pero además se aferran a los beneficios económicos que han acumulado durante 23 meses de ejercicio interino.
Lo lógico es que la expresión del pueblo venezolano, expresada en la consulta, sea la base de un proceso de cambio en la estrategia de la oposición, pero además de una cruda revisión de los desaciertos y los liderazgos que han conducido este proceso, el cual, por cierto, sigue manejado casi que por los mismos desde hace más de 20 años.
Es indudable que el 5 de enero la lucha por la libertad de Venezuela entra en una nueva etapa más dura, con mayor represión y un aumento de la migración forzada de miles de venezolanos que huyen de las calamidades.
Pero además una etapa en la cual la negociación política y la vía electoral cobrarán mayor vigencia, ante el cambio que se dará en la Casa Blanca a partir del 20 de enero cuando asuma Joe Biden.
En síntesis, ojalá que el manejo de los resultados de la consulta popular no se convierta en una nueva decepción para un pueblo que pudiera caer en la incredulidad casi total.
Editorial Verdades y Rumores