(31 de enero del 2021. El Venezolano).- El profesor Carmelo Mesa-Lago nació en La Habana en 1934. Se exiló en 1961 y se mudó a Miami en I962. Es el cubano residente en EE.UU. que tiene más prestigio. Mesa-Lago es Catedrático Distinguido Emérito en la Universidad de Pittsburgh. Ha sido profesor invitado o investigador en siete países y conferencista en 39 naciones. El 8 de enero fue publicado su artículo “La derrota de la insurrección trumpista”, donde se expresa (énfasis mío):
Desde 1814, cuando tropas británicas quemaron la capital, no había ocurrido una tragedia como la protagonizada el 6 de enero por la banda violenta que asaltó el Congreso de Estados Unidos emplazado para ratificar la elección legítima de Joseph Biden y Kamala Harris contra la objeción de una exigua minoría de republicanos de extrema derecha.
El causante de estos actos terroristas fue el presidente estadounidense, que durante dos meses había tildado de fraudulentas (“robo histórico”) las elecciones del 3 de noviembre. Con su desacreditado abogado Rudy Giuliani (que exhortó a olvidarse de los juicios y a “combatir”), había presentado más de 60 demandas en tribunales de la nación, todas las cuales fueron desestimadas por falta de pruebas, incluyendo a la Corte Suprema con los votos de los tres nuevos miembros conservadores nombrados por el propio Trump. En la mañana del motín, un desesperado y furioso presidente exhortó a su base intransigente a que marchara al Capitolio y forzara al Congreso a revertir la elección legítima y apoyara a los republicanos congresistas que objetaban dicha elección en algunos estados.
El presidente saliente siguió entusiasmado por la televisión los desmanes sin llamar a la guardia nacional para que contuviera el caos, una actitud contraria a la que tomó en agosto cuando frente a una multitud pacífica que protestaba frente a la Casa Blanca contra el asesinato de dos afroamericanos por la policía, ordenó que se disolviera la manifestación con gases lacrimógenos para poder salir y tomarse una foto en una iglesia cercana con una biblia en la mano. Ahora Trump solo hizo una breve alocución televisada para pedir a los sediciosos que volvieran a sus hogares alabándolos como patriotas a los cuales amaba, pero alegando que el vandalismo había sido provocado por el fraude electoral, advirtiéndoles que sus acciones estaban siendo usadas por el “enemigo” (los demócratas).
La actuación de Trump no debe quedar impune y es esencial que se le procese para evitar una repetición de sus transgresiones, así como prevenir que otros autócratas como él osen intentar una sedición futura.
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La insurrección trumpista es utilizada por China, Rusia e Irán para proclamar el declive de la democracia occidental, mientras que es criticada por Johnson, Merkel y Macron como un atentado a la democracia que deteriora la imagen del país como líder mundial.