(20 de abril del 2019. El Venezolano).- La periodista sueca, Annika Rothstein ha vivido en carne propia el peso de la censura en Venezuela, su visita más reciente el pasado 18 de abril quedó registrada, luego de ser deportada y robada en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar.
En las casi dos horas que estuvo en Venezuela, vivió el terror que padece la prensa del país tricolor con los «funcionarios» de Maduro quienes ven como una amenaza el trabajo periodístico.
Al llegar, lo primero que la preocupó fue una mujer de la Guardia Nacional que la miraba fijamente, la periodista “pensaba que estaba paranoica, pero yo no conocía de nada a esa mujer y me comencé a poner nerviosa”.
Sus nervios no la traicionaron, terminó siendo detenida y robada.
“Me quitaron mi celular y pasaporte” por lo que Rothstein no entendía nada, solo sentía molestia. Después del mal momento, la llevaron a una habitación “especial” donde pensó lo peor.
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Ante el injustificado escenario, la periodista preguntó a dónde la llevaban, “yo sabía que no había hecho nada malo y cuando me dirigía a ellos me decían que esto era un proceso rutinario, pero me estaban mintiendo”.
Es importante acotar que este tipo de acciones roja se han vuelto costumbre, según el Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS) van 40 trabajadores de la prensa entre venezolanos e internacionales como Billy Six, Coddy Weddle y Tomasz Surdel.
La periodista sueca nos cuenta en la entrevista que el trato predominante fue de agresividad. Aclaró que no fue golpeada, pero la manera en la que se dirigían a ella era violenta. “Es indignante. Sientes que no tienes derechos y que cualquier cosa puede pasar y en general son malas”.
A su juicio, sus colegas extranjeros están más vulnerables que en otros tiempos, Annika Rothstein se sintió mucho más desprotegida. “Cuando eres freelance, no trabajas para una empresa como tal. En mi caso yo cubro todos mis gastos: mi boleto, mis equipos y si algo me pasa, como me pasó el 18 nadie sale a defenderme. Es duro ser freelance”.
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La profesional de la comunicación nos detalló que ya ha visitado Venezuela cuatro veces y en dos había sufrido las consecuencias de hacer valer la libertad de expresión.
Durante su tercera visita en febrero fue atacada por colectivos y apuntada con una pistola en la cabeza, mientras se desplazaba por la frontera entre Colombia y Venezuela.
“Ese ha sido el momento más aterrador de mi vida. Sabía que ningún policía nos defendería y que nadie nos ayudaría”. En ese momento comprendió la realidad que viven los periodistas venezolanos, además de eso le robaron todos sus equipos teniendo una perdida de 12 mil dólares.
“Capturar las historias que el gobierno niega como las idas de luz y la ayuda humanitaria son temas que les incomodan”.
Desde Europa, Annika aún se siente molesta y tristeza por estar apartada de Venezuela. Desde su primera visita ya se había encariñado con el país, pero no tiene ninguna duda en que pronto volverá a reportar la cruda realidad que Maduro sigue intentando ocultar.