(19 de mayo del 2019. El Venezolano).- En las últimas dos semanas la crisis política e institucional de Venezuela entró en un nuevo estadio. Algunos pudieran creer que el país se encuentra en un aletargamiento porque bajó la intensidad de la activación política de los ciudadanos en manifestaciones de calle, pero en realidad los acontecimientos recientes indican que se están produciendo movimientos cruciales dentro de las capas tectónicas del poder en Venezuela, informó ALnavío
No hay una unidad monolítica en torno a Nicolás Maduro, ni siquiera la hay en torno al chavismo, y esto se ha hecho más evidente desde el 30 de abril, cuando Juan Guaidó se presentó en las calles junto a un grupo de militares exigiendo el cese de la usurpación de la Presidencia. Más allá de las consideraciones de si hubo o no una actuación precipitada ese día por parte de la oposición, lo cierto es que tales hechos imprimieron un ritmo distinto dentro de los cuadros de poder que rodean a Maduro.
Una muestra clara del quiebre interno de las fuerzas que lo acompañan fue la liberación ese 30 de abril de Leopoldo López, el principal preso político de Maduro. Este hecho ocurrió tras un indulto emitido por Guaidó, que fue acatado por efectivos del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), incluyendo a su director, el general Manuel Cristopher Figuera.
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Luego de lo ocurrido, el régimen de Maduro trasladó a una cárcel de alta seguridad a otro preso político de influencia dentro de la Fuerza Armada: el general Miguel Rodríguez Torres, quien estuvo al frente de los servicios de inteligencia del Estado y tuvo una alta conexión con Hugo Chávez.
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