(06 de enero del 2022. El Venezolano).- Migrantes venezolanos recogen prendas y calzados en el «basural de ropa» del desierto de Atacama, en Chile. Con temperaturas extremas de calor en el día y de frío en la noche, las personas intentan cruzar la frontera para llegar a ese país. Algunos incluso se han establecido en campos de refugiados irregulares en condiciones muy precarias.
Hay por lo menos 100.000 toneladas de ropa, de todas las marcas internacionales, muchas de ellas con etiquetas y nunca fueron usadas, señaló el periodista Jason Mayne en un reportaje para El Trece, un canal de noticias de Buenos Aires, en Argentina.
El lugar está ubicado a 25 kilómetros de Iquique, en el norte chileno, donde no se pagan impuestos por los productos importados. A esa ciudad portuaria también llegan migrantes venezolanos que, en su mayoría, viven en las calles y duermen en carpas cerca de la costa, reseñó El Nacional
Cuatro de ellos, dos parejas, se acercaron al «basural» y aseguraron que llegaron a Chile caminando durante un mes. Hurgaron para encontrar abrigo, medias y calzado. En la búsqueda, bromearon entre ellos: “Mira, con esta soy Daddy Yankee”.
Muchos salen de su país en condiciones precarias. Explicaron que agarran las prendas para usar y no pare vender. “Estamos en Traki (una popular cadena de tiendas)”, expresó uno de los migrantes. Los cuatro jóvenes se retiraron del vertedero con tres bolsas llenas de ropa.
Mayne indicó que para hacer una franela se necesitan 2.700 litros de agua, que es lo que consume una persona en 2 años y medio.
¿Por qué ocurre?
“Esta ropa llega en pacas gigantes, que pesan hasta 1 tonelada, y hacen la selección y en esa selección queda el premium, primero, segunda y la merma. La merma es la que no se puede vender porque está rota, porque está sucia o porque es muy grande”, explicó a El Trece el reciclador textil chileno Franklin Zepeda.
Esa mercancía no se puede botar en un vertedero legal. El Ministerio de Salud de Chile lo prohíbe porque, de acuerdo con Zepeda, la ropa evita la compactación del suelo. Esta situación ha agravado más el problema y ha ocasionado que las compañías dejen las prendas en el «basural» de Atacama, el segundo más grande del mundo.
“Hay algunas nuevas, desde que se compraron en Estados Unidos, que se fabricaron en Indonesia o en China, no se usaron y llegaron acá”, añadió el experto.