(30 de agosto del 2023. El Venezolano).- El discurso de Nicolás Maduro no tiene límites. Es el responsable de la más brutal migración del mundo occidental, en estos tiempos, y tiene el tupé de exigir el respeto a unos derechos que su gobierno no ha respetado, causando esa estampida humana. Su planteamiento del pasado lunes 22 de agosto del presente año, quejándose de los maltratos a nuestros conciudadanos en varios países, donde se les discrimina y estigmatiza, si bien contiene elementos ciertos, constituye un contrasentido y un desparpajo, pues acá todos los días su gobierno atropella nuestra dignidad y nos lleva a niveles de precarización sin precedentes en nuestra historia. (https://amp.france24.com/esminuto-a-minuto/20230822-maduro-pide-a-la-onu-garantizar-los-derechos-sociales-de-los-migrantes)
Por Cesar Pérez Vivas
De negar su existencia, su magnitud y su impacto en la vida interna y en la de los vecinos, pasa ahora a reclamar respeto. En 2018 Maduro negaba la existencia de este dramático asunto. Decía entonces: «Es imposible que más de 2 millones de venezolanos hayan dejado su país en los últimos años porque las tasas de escolaridad y consumo han aumentado»… y volvió a negar que exista una crisis migratoria pese a que la ONU estima que 2,3 millones de personas han salido de Venezuela huyendo de la crisis. (1/10/2018) (https://rpp.pe/mundo/venezuela/maduro-sobre-diaspora-venezolana-se-fueron-algunos-miles-y-todos-estan-regresando-noticia-1153678). Por años negó esta tragedia. Ahora anuncia una conferencia mundial sobre el tema de la migración para exigir a la Organización de Naciones Unidas que se garanticen los derechos de los migrantes. (https://www.datiaopr.com/conferencia-mundial-sobre-migrantes/).
Lo que está planteado, ahora en primera instancia, respecto de la diáspora es parar la brutal sangría que sufre nuestra nación. Cada día salen, en forma de goteo, centenares de compatriotas, especialmente jóvenes, con destino a Estados Unidos y otros países. La situación ha llegado a tal nivel que el gobierno de Panamá se está planteando un cierre de su frontera para frenar ese cruce dramático de la selva del Darién. (https://talcualdigital.com/panama-cierra-frontera-con-costa-rica-a-migrantes-venezolanos-que-llegan-sin-visa-de-eeuu/).
Maduro no solo carece de autoridad moral para exigir nada en esta materia, sino que además es la causa de esa estampida humanitaria. Lo que va a ocurrir es que todos los países libres y democráticos le van a exigir primero el cese de las causas generadoras de este grave hecho social. Su gobierno ha llevado a tal nivel el hambre en la familia venezolana, que sus integrantes huyen a otros países buscando una oportunidad para lograr sobre vivir. No exagero al afirmar que la mitad del país no logra lo básico para una alimentación suficiente. Que el hambre está presente en ese elevado volumen de compatriotas, lo está demostrando los recientes estudios de centros de investigación especializados en la materia. La presencia de Maduro por más tiempo en el poder hará de nuestra Venezuela un país inviable por la pérdida de su capital humano más valioso: los jóvenes y los profesionales y técnicos de más elevado nivel.
Es ese drama el que nos obliga a trabajar con desprendimiento una solución política, construyendo una alternativa unitaria, para derrotar en las urnas de votación al régimen depredador causante de la tragedia aquí examinada. Un gobierno democrático de unidad nacional podrá solicitar ayuda a la comunidad internacional con legitimidad y con una política de restitución del Estado de Derecho, lo cual representa de entrada la liberación de los presos políticos y el retorno de los extrañados por las mismas razones. Al contar nuestro país con un Estado de Derecho se creará la confianza necesaria para lograr cooperación humanitaria, financiamientos especiales para temas de salud y educación, así como las condiciones básicas para atraer las inversiones generadoras de empleo con lo cual se reducirá progresivamente el desempleo, el sub empelo y una elevación progresiva de los salarios. A partir de esos logros será posible impulsar un regreso de una parte de la diáspora. No todos van a retornar, no obstante a esa porción que continuará fuera de nuestro territorio también debemos atender con diversos programas, que les permitan desenvolverse exitosamente en sus actuales sitios de residencia.
La tarea que tenemos por delante como sociedad es colosal, desafiante y retadora. Se requiere de una conducción acertada del Estado y de un compromiso definitivo de todos los demás sectores de nuestra debilitada sociedad. De esa forma recuperaremos la fuerza humana, cultural, económica y social forjada en el siglo pasado. Tal desafío lo podemos impulsar con un espíritu creador y movilizador. En esta hora luce difícil por el estado anímico de la nación, pero un cambio político va a despertar una esperanza que bien conducida nos permitirá el empuje requerido para superar el clima de desesperanza y postración existente en estos tiempos.