En la historia contemporánea de América Latina no existe otro antecedente como este: un presidente en ejercicio, Nicolás Maduro Moros, es oficialmente el criminal y narcotraficante más buscado del mundo, con una recompensa de 50 millones de dólares por información que conduzca directamente a su captura.
Esto no es solo un récord en cifras; es un hecho sin precedentes. Ningún presidente latinoamericano, ni en funciones ni en épocas modernas, había tenido un precio por su cabeza fijado públicamente por un gobierno extranjero. En más de dos siglos de historia republicana en la región, hemos visto presidentes depuestos, exiliados, derrocados, encarcelados o incluso asesinados, pero nunca uno con una recompensa oficial internacional por captura mientras ocupa el poder.
Comparaciones que muestran la magnitud del caso
Para comprender la dimensión, basta mirar la lista de los criminales más buscados por Estados Unidos:
•Osama Bin Laden, autor intelectual del 11 de septiembre: $25 millones de recompensa.
•Ismael “El Mayo” Zambada, líder del Cártel de Sinaloa: $15 millones.
•Rafael Caro Quintero, histórico capo mexicano: $20 millones.
•Dairo Antonio Úsuga “Otoniel”, máximo jefe del Clan del Golfo: $5 millones.
Todos ellos están presos en Estados Unidos o fueron abatidos. Maduro, en cambio, sigue en Miraflores, ejerciendo el poder y usando los recursos del Estado para sostener una estructura criminal.
Un paso más en el cerco judicial
En este contexto, la fiscal general estadounidense Pam Bondi anunció que el Departamento de Justicia ha confiscado más de 700 millones de dólares en activos vinculados a Maduro, así como dos aviones privados y nueve vehículos.
La dirigente opositora María Corina Machado interpretó esta acción como una señal inequívoca de que Estados Unidos identifica a Maduro como el líder de una “organización terrorista criminal”, el llamado Cartel de los Soles.
Este golpe económico, sumado a la recompensa récord, confirma que el régimen ya no solo enfrenta condenas políticas o sanciones diplomáticas: ahora se le persigue con las mismas herramientas usadas contra capos internacionales del crimen organizado.
El resultado de una presión constante
Este acontecimiento no es producto del azar. Es la consecuencia de años de trabajo articulado entre la diáspora venezolana, organizaciones no gubernamentales, movimientos políticos, activistas de derechos humanos, periodistas y ciudadanos comprometidos.
El lobby internacional contra la dictadura venezolana ha sido persistente: expedientes presentados en congresos, parlamentos y organismos multilaterales; denuncias documentadas que han alimentado investigaciones judiciales; presión mediática para mantener el tema en la agenda global. Desde la Resistencia Venezolana, hemos sido parte activa de ese esfuerzo, conscientes de que la lucha no se libra solo en las calles de Venezuela, sino también en los pasillos del poder internacional.
Un mensaje a la Fuerza Armada Nacional
La recompensa de 50 millones de dólares también envía un mensaje directo a los militares venezolanos: la historia demuestra que capos del narcotráfico, con igual o menor peligrosidad, fueron capturados o eliminados con incentivos similares.
¿No habrá un general, un coronel o un capitán dispuesto a cambiar el rumbo del país… y su propia vida? La oportunidad está sobre la mesa, y el reloj corre.
El principio del fin
Que Maduro sea hoy el primer presidente latinoamericano con precio por su captura no solo es una mancha indeleble en su nombre; es también una señal de que el cerco internacional se cierra.
Las incautaciones, las acusaciones y la recompensa conforman un mensaje claro: el mundo no olvida, no perdona y no descansará hasta que se haga justicia.
No sabemos el día ni la hora, pero sí sabemos que la libertad de Venezuela está más cerca que nunca.
Reafirmamos nuestro compromiso con la libertad de Venezuela, cueste lo que nos cueste.