(20 de diciembre del 2020. El Venezolano).- En 1994 saliendo Cuba del terrible “período especial”, donde los cubanos tuvieron que comer hasta suela de zapatos, a Fidel Castro le pegó la luna o tal vez para deshacerse de muchas bocas y agilizar “la recuperación” económica de la isla y les dijo a los cubanos que todos aquellos que se quisieran ir del paraíso cubano, se montaran en una balsa y se fueran para los “mayamis”.
Las estadísticas oficiales estadounidenses reportaron la llegada de 32.362 “balseros”. Esas mismas estadísticas aseguran que una cantidad similar pereció en el “Estrecho de La Florida”, vale decir: ¡más de 30mil cubanos!
El balsero más famoso de la tragedia cubana fue el niño Elián González, quien en 1999 fue sacado de Cuba en una pequeña embarcación de aluminio junto a su madre y a otras 14 personas. La frágil y pequeña embarcación se hundió y al hacerlo, la madre de Elián y diez acompañantes murieron; sus cuerpos jamás fueron recuperados. Elián sobrevivió, dicen que con la ayuda de unos delfines. Un año más tarde, el niño de siete años, fue devuelto a su padre en la isla.
Hoy Venezuela está conmocionada con “apenas” los cuerpos de unas decenas de venezolanos que perecieron tratando de llegar a la maléfica isla de Trinidad-Tobago. Para un cubano como yo, no que ignore la tragedia, pero no me asombra: ¡todavía no me quita mucho el sueño!
Muchos cubanos les advirtieron a muchos venezolanos lo que les esperaba. La recurrente respuesta fue: “¡Venezuela no es Cuba!”. Escribiré próximamente sobre esa aberrante afirmación. Es cierto: ¡ojalá Venezuela fuese Cuba! Lo que les espera a los pobres, infelices y NOBLES venezolanos, de aquí en adelante… si es que Joe Biden termina siendo reconocido como el próximo presidente “americano”, es, cómo hubiera dicho mi abuela Carmelina, QEPD: “¡arniquilla y diente e’perro!”.
En estos momentos, el grueso de los venezolanos no tiene la capacidad imaginativa para visualizar lo que el futuro inmediato le depara a la mayoría de los habitantes de lo que fue ese país que llamaban Venezuela, hoy una MISERABLE colonia cubano-narcocastroestalinista.
Si hoy Venezuela está conmocionada por “unas cuantas decenas de venezolanos” que perecieron intentando llegar a tierras de “libertad” en Trinidad-Tobago: que se aguanten un poquito para que vean la película completa.
Cuando los venezolanos vean cómo a sus hijos (e hijas) los envían a luchar en “guerras internacionalistas” en África (¿o en Irán?) y comiencen a regresan en bolsas plásticas o mutilados física o mentalmente: ¡muchos se lanzarán al mar en busca de cierta libertad, a costa de morir por las turbulencias del mar, los impecables rayos del sol, la inmisericorde sed o la locura que produce la desesperanza, para ser devorados por las bestias marinas que también se alimentan de carroña humana.
Los venezolanos no han vista nada. Apenas van por los tráileres de la película de horror, cuyos rollos todavía no han llegado a sus salas de cine.
Cuando se horrorizan al ver cómo las autoridades de Trinidad-Tobago devuelven a esos balseros, en los que se incluyen niños y hasta bebés de meses, es porque no saben que los guardacostas estadounidenses hacían lo mismo con cubanos que no habían logrado llegar, con sus pies secos, a tierra firme en Estados Unidos. En los ùltimos dìas de su administración, el 12 de enero de 2017, Barack Hussein Obama II, eliminó esa política promulgada durante la administración de Bill Clinton, que se conoció como “pie seco, pie mojado”.
Esos mismos venezolanos que hoy se alarman cuando ven las fotos de los cuerpos de los balseros venezolanos, como si fuesen parte de los logros obtenidos por los pescadores, en un buen día de pesca, no vieron los remanentes humanos de los bebés, niños, mujeres, hombres y ancianos que murieron en el Remolcador 13 de Marzo, hundido por los Castro el 13 de julio de 1994, poco antes de iniciarse la tristemente-famosa “Crisis de los Balseros”. Después de aquel horror: ¡nada nos horroriza!
Cuando en Venezuela los vecinos comiencen a denunciar a sus vecinos e, incluso, los hijos comiencen a denunciar a sus padres: ¡decenas de miles se lanzarán al mar!
Cuando el sentimiento total y absoluto de indefensión comience a socavar el alma de cada venezolano: ¡DECENAS DE MILES SE LANZARÁN AL MAR!
Claro, Venezuela tiene otras vías de escape, porque a diferencia de Cuba no es una isla, pero cuando se internen en las inhóspitas selvas subtropicales: ¡maldecirán el día en que no se lanzaron al mar!