(21 de septiembre de 2020. El Venezllano News).- Viejas herencias discursivas que interpretaron a una sociedad consumida por largas guerras civiles, conspiraciones, cárceles, dictaduras, persecuciones y golpes de Estado, se fueron convirtiendo en la amalgama de partidos políticos cuya consigna más importante era la aniquilación del otro.
En esa oferta se agotaba el ideario de muchos de los políticos contemporáneos. Extinguir al adversario político se convirtió en lema de lucha. Y esa convocatoria a la acción política negadora del otro ha dejado hondas huellas en el país de hoy.
La confrontación extrema ha hecho de las suyas y así en las últimas décadas se ha acumulado una costra de enemistades, odios, resentimientos y venganzas pendientes que han hecho del ambiente político nacional uno de los más serios obstáculos para la recuperación de Venezuela.
En ese escenario la culpa siempre es del otro: de quien tiene, del “rico”; o de quien está en el gobierno; o de quien estuvo y es acusado de causante de lo que hoy pasa. O de quien desde la oposición impide y sabotea la normal gestión del gobierno. Siempre el problema es el otro. Distintos grupos políticos encuentran al otro como chivo expiatorio: la “otra ideología”, el “otro gobierno”.
Desde hace años se ha domiciliado en la arena política venezolana una dura polarización entre los más radicales o extremistas representantes de las políticas oficialistas y los más violentos y tenidos como los más radicales opositores al gobierno.
Para los primeros, toda crítica a sus acciones la entienden como sabotaje, como obstrucción a la acción de gobierno, y en varios casos como parte de una conspiración. Por tanto, no sólo son desestimadas las protestas y los reclamos sino con frecuencia perseguidos sus protagonistas y reprimidos.
Para el otro extremo, todo acto de convivencia con el perseguidor es inmoral, contrario a las conveniencias de un país que debe borrarlos del mapa. No tiene, para estos extremistas, sentido acudir a organismos públicos a tramitar necesidades públicas porque esas son instancias “enemigas”. Es un absurdo y una traición ir a votar porque esas elecciones están organizadas por organismos públicos y en ellas participará el enemigo. La única salida es la violencia.
Ese cuadro de polarización enfermiza es el escenario en el que nace Soluciones para Venezuela, partido político que reacciona contra ese cáncer de la confrontación extrema que ha ido consumiendo al país hasta llevarlo casi a la parálisis y a la pérdida del instinto de conservación.
Esa polarización radicalizada se ha convertido en un mecanismo de segregación que pone a un lado a la mayoría de los venezolanos. Sólo los extremos se hacen visibles. Sólo ellos se presentan como actores en el debate económico, político y social. La estructura de lo noticioso, que simplifica los hechos atendiendo en primera instancia lo más ruidoso, lo más llamativo, lo más dramático, le sirve de combustible al discurso y a las acciones de la polarización extrema.
Ese mecanismo de segregación transmite valores según los cuales el país no es posible compartirlo con el otro. Es una receta perversa para la disolución de la nación.
Ante esta grave situación nacional, Soluciones para Venezuela plantea que además de enfrentar la espantosa crisis económica que ha llevado la capacidad adquisitiva de los venezolanos al subsuelo, el desmantelamiento de los servicios públicos, y la discrecionalidad administrativa que ha ido arrinconando al estado de derecho, es menester recomponer el clima político porque sin un mínimo de estabilidad, de convivencia y paz política no será posible la recuperación de la economía ni de la calidad de vida.
Entendernos es necesario. Buscar puntos de acuerdo es lo inteligente y patriótico. No podemos depender de quienes son prisioneros de sus odios y pretenden encarcelarnos con ellos.
En Soluciones para Venezuela estamos comprometidos con la conformación de una Asamblea Nacional que promueva acuerdos, que sancione leyes que beneficien al pueblo, que controle el gasto público y que cree un piso de gobernabilidad para que el país funcione. Estamos comprometidos con ese cambio fundamental para que Venezuela salga del hoyo, para que el país avance.
Lo viejo en nuestro país son los odios, la violencia, la política primitiva que cuelga de los resentimientos y frustraciones de caudillos y de élites fracasadas. Lo nuevo, lo que nos abrirá el camino, son los entendimientos, los acuerdos, la humilde capacidad de rectificación para buscar respuestas consensuadas. Lo nuevo es servir a todos, a Venezuela. Con ese rumbo está comprometido Soluciones para Venezuela.