(06 de diciembre del 2019. El Venezolano).- “Tengo mucha hambre”.
Alixa Barrios, de 16 años, comparte su confesión, en voz baja, sentada frente a un escritorio en el consultorio 4 de la Maternidad pública Doctor Armando Castillo Plaza de Maracaibo, en el occidente de Venezuela.
Su barriga está moderadamente ensanchada a pesar de sus 31 semanas de embarazo. Ella, menuda, y su pareja, un venezolano de 26 años que trabaja en labores de mantenimiento, esperan su primer bebé, un varón.
Cuenta a la doctora que le atiende esta mañana que no ha comido desde las 6:00 de la tarde del día anterior, reportó voanoticias.com.
“Tengo miedo de cenar”, dice, explicando que su madre le recomendó no comer de noche para evitar que se le hinchen los pies.
La buena alimentación, igual, es un imposible en su hogar por falta de dinero. “Mi esposo prefiere que coma yo a que coma él”, admite, encorvada en su asiento, luego de entregar una carpeta con su historia médica.
Su nutrición consiste principalmente de harinas, pasta y arroz. El menú incluye pocos o ningún vegetal. Sus antojos culinarios se los calla.
“No exijo. Me privo de cosas (comida) que me provocan”, comenta la joven, de pelo trigueño y enrulado, recogido hasta el inicio de su espalda.
La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (Ocha) advirtió en noviembre del aumento del número de adolescentes venezolanas embarazadas que carecen de nutrientes esenciales para el buen desarrollo de sus bebés.
“Estos bebés tienen alta probabilidad de nacer con bajo peso y desarrollar desnutrición“, alertó la agencia en su informe de situación número 4, referido a la respuesta humanitaria en Venezuela.