(17 de diciembre del 2024. El Venezolano).- Cuando Deyna Castellanos apunta al arco, su mirada revela determinación, pero al anotar, su sonrisa es inconfundible. Esa misma sonrisa es un símbolo para quienes la han coronado como la “reina” del fútbol femenino en Venezuela, un país que la ha visto surgir como una figura emblemática del deporte.
Con apenas 25 años, Castellanos ha marcado un hito al convertirse en la jugadora extranjera mejor pagada de la Liga Nacional de Fútbol Femenino en Estados Unidos. Este logro llegó tras su fichaje con Bay FC, un equipo con sede en San Francisco, que le ofreció un contrato de cuatro años valorado en 1.8 millones de dólares. Este es solo uno de los capítulos recientes en la trayectoria de una atleta que ha dejado huella en clubes como el Atlético de Madrid y el Manchester City, además de la selección venezolana.
Deyna no solo acumula títulos y récords en torneos sudamericanos y mundiales sub-17, sino que también representa una esperanza para el fútbol femenino de su país. “Mi mayor sueño es clasificar con Venezuela al Mundial. Es algo que siempre he querido lograr. Estamos creciendo y evolucionando como equipo, y eso me llena de ilusión”, confesó Castellanos en una entrevista reciente.
Pero antes de ser reconocida internacionalmente, hubo un momento que cambió su vida para siempre: a los 16 años, Deyna recibió una beca para estudiar en la Universidad Estatal de Florida (FSU). Este fue el inicio de su camino hacia la profesionalización. Durante su paso por la universidad, no solo anotó 47 goles en 77 partidos, sino que también se formó en periodismo. “Estudiar en Estados Unidos me transformó. Fue una de las mejores decisiones que tomé”, comenta, destacando cómo esa etapa le inculcó disciplina y principios que ahora aplica tanto en su vida deportiva como personal.
El acceso a estas oportunidades, sin embargo, no fue sencillo. “En mi infancia no existían programas que ayudaran a jóvenes futbolistas a conseguir becas académicas y deportivas en el extranjero. Era algo prácticamente imposible, especialmente para niñas”, recuerda Castellanos.
Este desafío inspiró la creación del Programa Reina Deyna: El Legado, una iniciativa que busca empoderar a niñas y jóvenes a través del deporte y la educación. Desde su fundación en 2020, el proyecto ha crecido con el apoyo de empresas como Nike y otros patrocinadores, logrando que más de 50 jóvenes de diferentes países, incluyendo Venezuela, puedan estudiar y jugar en universidades estadounidenses.
“Es un orgullo enorme ver cómo muchas chicas han logrado cumplir sus sueños gracias a esta iniciativa. Queremos seguir ampliando el alcance del programa para que más jóvenes puedan tener esta oportunidad”, explica Castellanos, quien aspira a duplicar la cantidad de beneficiarias en los próximos años.
Un ejemplo de este impacto es Marianyela Jiménez, una futbolista venezolana de 20 años que ahora forma parte del equipo de la Universidad Estatal de Florida. Inspirada por Castellanos, Jiménez también ha destacado en el fútbol universitario, anotando decenas de goles y representando a la selección nacional en competencias internacionales. “Siempre soñé con jugar en Estados Unidos, pero no sabía cómo lograrlo. Deyna hizo que algo que parecía imposible se volviera realidad”, afirma Jiménez, quien destaca la importancia de combinar el rigor académico con la exigencia deportiva.
Aunque el programa y la trayectoria de Deyna son un faro de esperanza, el panorama del fútbol femenino sigue enfrentando retos significativos. La desigualdad salarial respecto al fútbol masculino es una de las mayores barreras. “El fútbol femenino ha avanzado mucho, pero todavía queda camino por recorrer en términos de igualdad. No sé si algún día los salarios serán equiparables, pero estoy segura de que cada año veremos mejores condiciones”, reflexiona Castellanos.
Otro tema crucial para Deyna es la necesidad de espacios seguros dentro del deporte. Como miembro de la comunidad LGBTQ+, asegura que el fútbol femenino ha sido un lugar inclusivo donde todas las jugadoras, independientemente de su orientación sexual, pueden sentirse libres y aceptadas.
Sin embargo, el contexto venezolano añade una capa de complejidad a sus aspiraciones. La falta de una liga profesional estructurada y el impacto de la crisis política y económica han limitado el desarrollo del fútbol en el país. “Entrenar en Venezuela siempre ha sido un desafío. No hay una base sólida ni condiciones para retirarte como futbolista profesional aquí. Por eso, nuestro proyecto también busca mostrarle a las jóvenes que existen otras posibilidades fuera del país”, señala Castellanos.
El próximo año será clave para la selección femenina de Venezuela, con la Copa América como objetivo principal. Este torneo podría abrir las puertas al Mundial de 2027 y a los Juegos Olímpicos, pero la incertidumbre en torno al entrenador y los entrenamientos refleja los obstáculos que enfrenta el equipo. “A pesar de todo, seguimos luchando. Venezuela siempre será mi país, y mi sueño es verla brillar en el fútbol internacional”, dice Deyna con determinación.
Para Castellanos, el legado que construye con su fundación es tan importante como los goles que marca en la cancha. Es una manera de devolverle al fútbol lo que este le ha dado y de inspirar a una nueva generación de deportistas que, como ella, soñaron con alcanzar lo imposible