(03 de septiembre del 2022. El Venezolano).- Para las futuras generaciones de periodistas, este caso es un claro ejemplo de lo que debe hacer un medio cuando se le exige el cumplimiento de un derecho, siempre amparado en sus principios éticos, y diría algo que es supremamente más eficaz; su autorregulación. Dar el derecho a réplica, aun cuando el afectado hizo todo lo posible, para no obtenerlo. Aun así, El Venezolano, consciente de la rapiña mediática que exaltan los antivalores, cede el espacio y se apega a sus valores democráticos.
La carta que envió el licenciado y legislador ecuatoriano Fernando Villavicencio la publicamos íntegramente, en señal de un derecho consagrado, un instrumento de defensa, pero, insistimos a la opinión pública, que nos acogemos al principio de autorregulación porque el diputado Villavicencio se anuló a sí mismo al señalar en un documento enviado a Fiscalía el 29 de agosto de 2022, que El Venezolano, se encuentra en Miami “escondido en el fondo de la piscina de Xavier Jordán y otros procesados: y, desde el cual atacan temeraria y maliciosamente con información falsa…”
Esto que señaló el legislador es una calumnia inadmisible, por cierto, entre otras como cuando dijo en un tuit (01 de septiembre): “Detrás de esa “basura mal escrita”, está la delincuencia”. ¿Cuál delincuencia? ¿Qué infiere usted legislador que integramos el Crimen Organizado que usted denuncia? ¿Crees usted que esa son las formas de aproximarse a un medio a quien usted le va exigir una réplica? Ciertamente, en nuestras investigaciones salió el nombre de Xavier Jordán, lógico dado las denuncias que hace el propio Villavicencio, pero que nos asocien con Jordán es un acto criminal, digno de un proceso judicial, que, además, el propio medio se reserva.
Alguien pudiera decir que Villavicencio fue por lana y salió trasquilado. No es esa la intención que buscamos. El Venezolano tiene treinta (30) años operando desde Miami, con una dignidad editorial reconocida por la comunidad hispana, y más allá, que no somos un medio de comunicación ni de derecha ni de izquierda, ni de ninguna etiqueta ideológica que te ubique en un rango para luego, definirte y atacarte; que obedecemos a los intereses de los lectores que no es otro que el de informar, e informar bien, y ceñidos a la verdad, un ejercicio que cada día se hace más complejo por los intereses capitales en juego.
De más está señalarle al legislador, que no nos achicamos ni por sus amenazas de naturaleza legal ni mucho menos por ese señalamiento según el cual recibimos dinero del narcotráfico, en ambos casos nos sentimos agredidos, y nos reservamos, insistimos, las acciones legales a las que hubiere lugar.
Sirva esta nota para ratificar el inmenso respeto que concedemos a nuestra audiencia, lectoría, a nuestros anunciantes. Señalarles que este tipo de situaciones forman parte del universo comunicacional, y aquí vamos con una pequeña cátedra de ética y periodismo: cuando una persona se siente ofendida por una nota, el deber moral del afectado es solicitar su derecho a réplica, y no salir a desprestigiar la imagen de un medio que siempre estuvo, está y estará dispuesto a conceder ese derecho. No hacerlo es abuso de poder, y es contrario a nuestro concepto editorial.
Y El Venezolano lo asume más como un derecho ético que como un derecho judicial. No aguardamos el dictamen de un determinado Tribunal, sino la autorregulación, la buena práctica periodística.