(12 de noviembre del 2021. El Venezolano).- Como por efecto dominó han caído el General Carvajal, la ex -Tesorera de Venezuela y Alex Saab. La larga lista de espera incluye diputados, ex viceministros, ex ministros, “empresarios sanguijuela” y testaferros intentando, desesperadamente, su extradición y enjuiciamiento. Las confesiones del General salpican a muchas personas, partidos políticos y secuaces del régimen venezolano en el planeta. Sus acusaciones no pasan inadvertidas y los señalados integran un consorcio global cuya intención es corroer la democracia y sus instituciones.
La captura de estas personas angustia mucho al régimen y a su red de compinches, que los llevó a patear la mesa de diálogo en México; una declaración de guerra totalmente injusta e inaceptable en contra de los ciudadanos. La decisión congela y posterga los urgentes temas de las medicinas, alimentos y recursos para atender la profunda crisis humanitaria del país. Con ella confirmaron, una vez más, su escaso interés en resolver los problemas reales de la población y su negativa a ser parte de la solución. Patean el diálogo, a los “testigos” y mediadores y declaran de manera altisonante contra “el imperialismo”, una evidencia más de su temor a ser delatados.
Las personas y partidos políticos implicados en las confesiones integran una red de compinches, participan en otras redes globales y foros internacionales comunes, como los Foros de Sao Paulo o Puebla. Esta coincidencia invalida la casualidad como explicación, y más bien parece una relación causal y concertada. El acordado saqueo global ha estado aderezado, por si faltase algo en la trama mafiosa, de prisioneros, secuestros, asesinatos, dudosos fallecimientos y hostigamiento sistemático. Lo confirman los tres informes de la Naciones Unidas sobre los Derechos Humanos en Venezuela. Como sostiene Felipe González, que nadie diga después que “desconocía la realidad”.
Agradecemos a la justicia internacional haber focalizado la atención en la depravada corrupción en Venezuela, en donde el régimen ha devaluado todo, incluida la vida. Esa atención contrasta con el desinterés de la “justicia venezolana” por el inmenso saqueo perpetrado a los derechos humanos de los venezolanos, un mutismo que insinúa complicidad. A la dejadez se suma la impunidad y en ese ambiente no es posible la libertad ni el respeto al individuo, se imponen el miedo y el silencio. Las tramas denunciadas convierten en series para recién nacidos a “mentes criminales”.
La justicia del régimen no desestima ocasión alguna para mostrar su animosidad militante contra la pluralidad y los ciudadanos; han amputado la libertad y mantienen una relación incívica con la vida. El pluralismo y el reconocimiento del otro no se pueden defender a bofetadas, exigen un marco legal que los resguarde. Los voceros más representativos del gobierno suelen utilizar la clásica infamia con la cual descalifican y culpan a terceros de sus errores. Ese MANTRA, salir a tirar piedras a la embajada americana ante cualquier hecho, lo sabemos de memoria, ni explica ni es útil para resolver algo. Un MANTRA sin fecha de caducidad, los “culpables” son intercambiables: Colón, Merkel, el Imperialismo, las iguanas o los ratones. En el diccionario particular de estos señores fue borrada la palabra RESPONSABILIDAD, lo advirtió el inteligente y corajudo Carlos Rangel en su libro del Buen Salvaje al Buen Revolucionario.
Tampoco es admisible el uso del MANTRA espejo por parte de la alternativa democrática; atribuir a la presencia del régimen cubano o la colonización de las instituciones por parte del grupo en el poder. La fragmentación o más bien fisión nuclear, más divididos ni un pastel, el desencanto y desesperanza de la sociedad con quienes pretenden representarla no solo se puede atribuir a terceros.
Es necesario asumir la responsabilidad y reflexionar sobre el hecho de que un régimen tan nefasto para la vida, un régimen sepulturero del país, después de 22 años ejerciendo la destrucción todavía permanezca en el poder. Pues alguna responsabilidad tenemos, algunos errores se han cometido ya que, pese a ser una cada vez más pequeña minoría en el poder, carente de apoyo y con un enorme rechazo social y varios de ellos con todos los números para estar en la corte y en prisión, todavía ejerzan el poder y la oposición está en situación de minusvalía.
Los resultados de las encuestas de mayor credibilidad revelan la urgencia y necesidad de un cambio y el rechazo mayoritario al régimen. Tampoco favorecen a los partidos y sus voceros, ya que muestran el desapego y distanciamiento de la sociedad con éstos. Muestran también la preocupante merma en el apoyo al sistema democrático aunque, por fortuna, este todavía cuenta con el respaldo de más del 50% de la población.
Posiblemente el resultado se deba a que las nuevas generaciones desconocen la alternancia democrática. Han crecido bajo un régimen cuya animosidad militante contra la propiedad, la libertad, la democracia, la pluralidad y el individuo, y su ilimitada ansia de confrontación, desconoce un aspecto clave de la POLÍTICA, la agregación de intereses y voluntades y el respeto al individuo.
Ciertamente, la democracia no es garantía de un buen gobierno, pero permite salir de quienes gobiernan sin que se produzcan derramamientos de sangre o salidas de fuerza. La democracia es un modo de convivencia, el respeto a la opinión del otro, y el totalitarismo es el peor de los regímenes; ejemplos de ello tenemos varios muy cerca. Como ha sido reiterado una y mil veces, la democracia es el mejor régimen entre todos los posibles.
Las diferencias, en ocasiones insalvables, en la alternativa democrática y el agrio debate público de los últimos días profundiza el desencanto y el desapego de la sociedad con los partidos y sus representantes. Después del 21 de noviembre será imprescindible realizar un extraordinario esfuerzo para recuperar la POLÍTICA, recobrar la capacidad de acompañamiento social y la necesidad de sumar, agregar intereses y voluntades de todos. Será necesario recuperar la disposición a escuchar a los ciudadanos y a sus organizaciones, ya que los procesos de planificación experimentan profundas modificaciones al hacer contacto con la realidad. Resulta imperioso trabajar con denuedo para construir una atmósfera capaz de cambiar el alma y poder instalar de nuevo la confianza.
Como dice la canción, todo cambia, y lo ha hecho de un modo acelerado: cambio e incertidumbre son dos constantes. Cambió el color del mapa latinoamericano y, para infortunio de los ciudadanos, se abre paso el pensamiento fosilizado: el del fracaso, lo cual augura una región apocada y resistida a la modernidad y a la RESPONSABILIDAD. La región parece apearse del desarrollo.
Los cambios son el resultado de nuevas correlaciones de fuerza al interior de los países y repercuten en las instituciones regionales e internacionales. Tales modificaciones del contexto afectan la solidaridad internacional con Venezuela y con los demócratas venezolanos; las decisiones políticas adoptadas por Colombia, Ecuador y Estados Unidos lo hacen en positivo, mientras que las asumidas por Perú resultan perjudiciales.
Los acuerdos internacionales poseen la virtud de persuadir y cuando se ratifican dan nuevos bríos, un nuevo impulso a los temas de los que se trate. También ocurre lo contrario, cuando no hay acuerdos o éstos disminuyen, se crean fisuras y debilidades. Intentar mantener situaciones insostenibles o prolongar la agonía en unidades de paliativos, cuando la realidad está cambiando al ritmo actual, es un suicidio político, una jactanciosa seguridad presagio de un final letal.
La transformación permanente no puede asumirse desde políticas encorsetadas, y el ejercicio de la POLÍTICA hace un seguimiento constante, un monitoreo diario de la situación para poder ajustar estrategias, políticas y planes. El evento inesperado del COVID repercutió en un vendaval de transformaciones, fue necesario modificarlo todo. En el terreno de la política, la interacción diaria permite identificar las oportunidades de mejora, los nuevos obstáculos y posibilidades y tomar aquellas decisiones que nos acerquen a los resultados esperados.
A diferencia de los aparatos, las personas no se encienden o apagan a placer, no se los puede gestionar desde la imposición y la arrogancia. Los cambios en las políticas deben ser explicados y compartidos y la sociedad debe ser escuchada para, de manera conjunta, poder construir soluciones viables y factibles. Como afirma A. Cánovas: en POLÍTICA, lo que no es posible es falso. Evitar el oxímoron, mentes brillantemente equivocadas que analizan en el vacío y descontextualizando la realidad. Por ello es importante pensar lo se dice y decir lo que se piensa. Los ciudadanos de toda la NUEVA GEOGRAFÍA de Venezuela merecen explicaciones de las decisiones y de sus implicaciones. Ejercer la democracia y aceptar, por ende, la pluralidad, implica escuchar muchas y diferentes voces y entender que no nos dirigimos a “seguidores” o a personas que pinchan un “like”. Poco podremos avanzar si no abordamos las razones que explican la situación actual, los cambios de política para hacer frente a los de la realidad y asumir nuestra responsabilidad. El principio del cual partimos es: es preferible que nuestros nietos digan que son producto de la democracia y no de fracturas civiles y, como lo muestra la historia, no es escasa la diferencia.
Escrito por: Tomás Páez