(06 de mayo del 2023. El Venezolano).- No fue fácil para una optimista representación venezolana llegar al hipródromo Churchill Downs, en Lousville, Kentucky, por tierra en la primavera de 1971, para luego gestar la mayor proeza del hipismo venezolano en la historia.
Por Eliéxser Pirela Leal
Cuenta la historia que casi no lo dejaban entrar a los establos del coso; es que quienes participan en la llamada “Carreras de las Rosas”, el primer paso para la Triplecorona del turf estadounidense, son la crema y nata del hipismo mundial, y ese ejemplar que llevaron Pedro Batista (propietario) y Juan Árias (entrenador) no parecía ni siquiera un purasangre digno de correr en la pista de ese hipódromo, uno de los más famosos del planeta.
Hemos conversado en varias oportunidades con “El Monstruo” Gustavo Ávila, gracias a la tecnología, quien nos ha asegurado que siempre supo la excelente calidad del hijo de Pretendre en Dixieland II. “Yo analizaba siempre que nosotros llevábamos a un buen candidato para ganar. Quienes no lo sabían eran ellos (los estadounidenses). Era un caballo que ya había ganado en varias distancias, desde 1.200 hasta en 2.000 metros. Si mal no recuerdo era el único de los 23 caballos que participaron en el Kentucky Derby de 1971 que tenía esa experiencia. Por eso yo estaba muy confiado”, señaló Ávila.
La providencia habló
Pero ocurrió algo que emocionó más a la comitiva venezolana, y fue una especie de aprobación de la providencia para terminar de “hacerles creer” que el objetivo no era una locura. “Sabíamos que la situación no estaba fácil, más aún cuando en la re unión de despedida que nos hicieron en Caracas alguien se me acercó y me dijo ´tráeme un poco de tierra del hipódromo de Kentucky… es que vas a comer mucha tierra´ y es que no era fácil que hiciéramos un buen papel”, analizó Ávila. Es que en teoría la presencia de Bold Reason y otros favoritos hacían pensar que si Cañonero (como en Estados Unidos había otro caballo llamado Cañonero lo inscribieron como Cañonero II) entraba entre los cinco primeros, eso era ya una ganancia.
“A pocos días de la prueba el entrenador de Bold Reason, Ángel Penna, quien me conocía porque ya habíamos trabajado juntos, me dijo que necesitaba que montara a su caballa para unos ejercicios. Recuerdo que estaba lloviendo y cuando terminé mi trabajo él me preguntó, cómo había visto al caballo. Le dije que lo sentí bien. Cuando llegue a la cuadra donde estaba Cañonero y Juan Arias lo atendía, le dije: ´Acabo de trabajar al favorito y quiere decirte que ese le ganará a otro, pero al mío no le gana´. Y Juan me dijo que no hablara con nadie y mucho menos con la prensa”, dijo.
“Durante la carrera yo sentía que Cañonero me pedía que lo dejara correr, pero yo pensaba, aún no, vamos a esperar, son 2.000 metros y aún falta mucho. Llegando a la curva le dije ´Ahora sí, vamos a correr´ y Cañonero comenzó a correr y superamos a unos 15 ejemplares… en la recta final éramos los que más corríamos y por eso ganamos con tanto margen”, nos contó el “Monstruo”.
Ya todos conocemos la historia. Aquel primero de mayo de 1971, con esos seis cuerpos de ventaja, Cañonero dejó en el segundo puesto a Jim French (con Ángel Cordero Jr en la silla), tercero al favorito Bold Reason y cuarto a Eastern Fleet.
Cañonero, con tiempo récord en la pista de 2:03 (hasta que Secretariat quebró ese registro) escribió su nombre y el de Venezuela con letras de oro en la hermosa historia hípica mundial.