(24 de julio del 2023. El Venezolano).- Estados Unidos superó los 400 tiroteos masivos en 2023: una cifra que prepara el terreno para un año récord de violencia armada sin que haya ninguna legislación federal significativa sobre armas de fuego en el horizonte.
El país alcanzó la sombría cifra el sábado 22 de julio. Es la primera vez que se registran 400 tiroteos masivos en una fecha tan temprana, desde al menos 2013, según el Gun Violence Archive (GVA, por sus siglas en inglés). Al igual que CNN, el GVA —un grupo sin fines de lucro creado en 2013 para hacer un seguimiento de la violencia relacionada con las armas— define un tiroteo masivo como aquel en el que al menos cuatro personas resultan heridas de bala, excluyendo al atacante.
A menos de cinco meses para que termine el año, Estados Unidos ya ha eclipsado el número de tiroteos masivos registrados cada año entre 2013 y 2018. De mantenerse el ritmo actual, en 2023 se registrarán más tiroteos masivos que entre 2019 y 2022. El Gun Violence Archive comenzó a hacer un seguimiento de estas cifras en 2013.
En 2019, se necesitaron 356 días, casi todo el año, para alcanzar los 400 tiroteos masivos. Este año y en 2021, sin embargo, Estados Unidos alcanzó esa marca en tan solo siete meses.
La tasa de tiroteos masivos en 2023 ha superado constantemente la de años anteriores, con un promedio de casi dos tiroteos masivos por día.
Casi 1 de cada 5 adultos estadounidenses ha tenido un familiar muerto por arma de fuego, incluidos homicidios y suicidios, según una encuesta realizada en 2023 por la KFF (antes conocida como Kaiser Family Foundation).
Aproximadamente la misma proporción de adultos ha sido amenazada personalmente con un arma de fuego, y aproximadamente 1 de cada 6 adultos ha sido testigo de un herido por arma de fuego, según la encuesta.
«Este es el único país del mundo en el que los hombres que rompen con la realidad exorcizan sus demonios mediante matanzas masivas», declaró a CNN a principios de este año el senador demócrata Chris Murphy, de Connecticut, que ha hecho de la legislación sobre seguridad de las armas uno de los ejes de su trabajo tras el tiroteo de 2012 en la escuela primaria Sandy Hook.
«No somos el único lugar del mundo con enfermedades mentales. No somos el único lugar del mundo donde la gente está paranoica. Pero solo en Estados Unidos somos tan despreocupados con el acceso a las armas de destrucción masiva y solo en Estados Unidos fetichizamos tanto la violencia que acabamos teniendo todos los tiroteos masivos», añadió, según CNN.
Estados Unidos también alcanzó los 100, 200 y 300 tiroteos masivos más rápidamente este año que cualquier otro desde 2013. Cien tiroteos se registraron en marzo; 200, en mayo.
Tras bambalinas, los funcionarios del Gobierno de Biden han estado desarrollando formas en que el gobierno federal puede responder a corto y largo plazo después de un tiroteo masivo, reconociendo las ramificaciones físicas, mentales y económicas.
Pero tras la aprobación el año pasado de la ley bipartidista de seguridad de las armas, ha habido poco impulso político para más legislación sobre seguridad de las armas, incluso cuando el índice de tiroteos masivos ha aumentado.
Los tiroteos se topan con una brecha persistente
Las investigaciones publicadas este año sugieren que los efectos de los tiroteos masivos sobre la salud mental pueden extenderse más allá de los supervivientes y sus comunidades a una población mucho más amplia.
Según un estudio financiado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés), en los días posteriores a un tiroteo en una escuela de Uvalde, Texas, en mayo de 2022, una línea de crisis de salud mental recibió un aumento de mensajes que hacían referencia al dolor, las armas y otros términos relacionados con las armas de fuego. El estudio no rastreaba la ubicación de las personas que llamaban, pero la Crisis Text Line, una organización sin fines de lucro que ofrece intervención confidencial y gratuita en casos de crisis, presta servicio a personas de todo el país.
En su intervención en la Cumbre Nacional sobre Comunidades más Seguras, celebrada en Connecticut el mes pasado, el presidente Joe Biden pronunció un apasionado discurso en el que sostenía que cree que el movimiento ha alcanzado un «punto de inflexión».
«Seamos demócratas o republicanos, todos queremos que las familias estén seguras. Todos queremos dejarlos en un sitio de culto, en un centro comercial, en el cine, en la puerta del colegio sin preocuparnos de que sea la última vez que vamos a verlos. Todos queremos que nuestros hijos tengan la libertad de aprender, leer y escribir en lugar de aprender a agacharse y cubrirse en un aula», dijo Biden en su intervención en la Cumbre Nacional sobre Comunidades Seguras el mes pasado.
Los funcionarios de la Casa Blanca han sido muy claros sobre las realidades políticas a las que se enfrentan los demócratas con la actual composición del Congreso, donde los republicanos que controlan la Cámara de Representantes han rechazado los llamamientos de Biden a favor de una prohibición de las armas de asalto.
Incluso durante los dos primeros años del mandato de Biden, cuando las dos cámaras del Congreso estaban controladas por los demócratas, la prohibición de las armas de asalto tuvo poca fuerza, en parte debido al umbral de 60 votos necesario para romper un filibustero y hacer avanzar los proyectos de ley en el Senado.
Una tragedia exclusivamente estadounidense
Según un estudio publicado en 2022 por Everytown for Gun Safety —una organización sin fines de lucro dedicada a la prevención de la violencia armada— los estados con leyes de armas menos estrictas registran tasas más elevadas de muertes por armas de fuego, incluidos homicidios, suicidios y muertes accidentales.
Sin embargo, el debate político sobre el control de las armas en Estados Unidos no se basa en esos datos.
Y la violencia armada sigue aumentando. Según los CDC, la tasa de homicidios con armas de fuego fue un 8,3% más alta en 2021 que en 2020. Las tasas de suicidios con armas de fuego entre personas de 10 años o más también aumentaron un 8,3% de 2020 a 2021. Y el porcentaje de homicidios atribuidos a lesiones por arma de fuego aumentó del 79% en 2020 al 81%, el porcentaje más alto en más de 50 años.
Los países que han introducido leyes para reducir las muertes relacionadas con armas de fuego han visto un progreso significativo, según un análisis previo y en profundidad de CNN:
Australia: Menos de dos semanas después del peor tiroteo masivo en Australia, el gobierno federal puso en marcha un nuevo programa, prohibiendo los rifles y escopetas de tiro rápido, y unificando las licencias y registros de propietarios de armas en todo el país. En los 10 años siguientes, las muertes por arma de fuego en Australia se redujeron en más de un 50%. Un estudio de 2010 concluyó que el programa gubernamental de recompra de armas de 1997 —que formaba parte de la reforma general— provocó un descenso de las tasas de suicidio por arma de fuego del 74% de media en los cinco años siguientes.
Sudáfrica: Las muertes relacionadas con armas de fuego se redujeron casi a la mitad en un periodo de 10 años tras la entrada en vigor de la nueva legislación sobre armas, la Ley de Control de Armas de Fuego, en julio de 2004. Las nuevas leyes hacían mucho más difícil obtener un arma de fuego.
Nueva Zelandia: Las leyes sobre armas se modificaron rápidamente tras el tiroteo de la mezquita de Christchurch en 2019. Apenas 24 horas después del ataque, en el que murieron 51 personas, la entonces primera ministra Jacinda Ardern anunció que cambiarían las leyes de armas del país. El Parlamento de Nueva Zelandia votó casi por unanimidad reformar las leyes de armas del país menos de un mes después, prohibiendo todas las armas semiautomáticas de estilo militar.
Gran Bretaña: El país endureció sus leyes sobre armas y prohibió la posesión privada de armas tras un tiroteo masivo en 1996, una medida que redujo las muertes por arma de fuego en casi una cuarta parte en una década.
Pero la relación de Estados Unidos con las armas es única, y su cultura armamentística es un caso atípico en el mundo. Por ahora, no parece probable que el ciclo mortal de la violencia vaya a remitir.