(11 de septiembre de 2019. El Venezolano).- Dos agentes de inteligencia escudriñaban en el aeropuerto de Madrid los rostros bronceados de los pasajeros que volvían de sus vacaciones, hasta que localizaron al sujeto calvo de cerca de 1,70 metros (5 pies y 6 pulgadas) que buscaban. Viajando bajo otra identidad, el veterano jefe de espionaje militar de Hugo Chávez y uno de los fugitivos por narcotráfico más buscados por Estados Unidos acababa de aterrizar en España esa mañana de un lunes de marzo.
Apodado “El Pollo”, el mayor general retirado Hugo Carvajal, viajó en secreto desde República Dominicana tras romper filas con el gobierno socialista de Venezuela y reconocer a Juan Guaidó, el jefe opositor respaldado por Washington, como el líder legítimo del país. Desde la capital española, quería utilizar sus contactos y su conocimiento del funcionamiento interno del estado venezolano para contribuir a una rebelión auspiciada por militares contra el presidente Nicolás Maduro.
Cinco meses después, el exespía atraviesa serios problemas.
Para frustración de muchos opositores venezolanos que se han afanado en llevar a su bando a destacados miembros del ejército, Carvajal fue detenido antes de una fallida rebelión cuartelaria el 30 de abril. El jueves, un tribunal de Madrid estudiará su extradición a Estados Unidos para enfrentar cargos federales por tráfico de cocaína.
La suerte de Carvajal es seguida de cerca por otros miembros de las fuerzas de seguridad venezolanas que buscan desertar. Si alguien como el exespía, acusado de colaborar con grupos terroristas y de introducir varias toneladas de droga en Estados Unidos, podía redimirse en España, habría esperanza también para otros.
Estados Unidos prometió a altos cargos venezolanos que serán recompensados y se les retirarán las sanciones si dan la espalda de forma definitiva a Maduro. El enviado especial del gobierno de Donald Trump para Venezuela, Elliott Abrams, llegó a sugerir que España podría ser un destino seguro para que los aliados de Maduro se retirasen.
Pero un obstáculo importante es que los fiscales estadounidenses, que operan con independencia de los cálculos políticos de Washington, pasaron años armando casos contra algunos de los posibles traidores.
El relato de la cordial y furtiva recepción a Carvajal en España fue proporcionado a The Associated Press por cuatro altos funcionarios de Madrid y Washington, así como por media docena de familiares y acólitos del exespía. Todos pidieron hablar bajo condición de anonimato por la delicadeza del asunto.
A pesar de lo que las fuerzas de seguridad estadounidenses describen como una abundancia de pruebas, Carvajal insiste que es víctima de una persecución política.
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