(21 de enero del 2021. El Venezolano).- “El alma sufre, y sufre mucho cuando la obligamos a vivir superficialmente. Al alma le gustan las cosas bellas y profundas.” Paulo Coelho
Para la iglesia cristiana el derecho de propiedad privada no es un derecho absoluto. Por encima de él, dice, está la función social de la cual todos debemos beneficiarnos, incluso de los bienes y servicios producidos por los medios de producción de propiedad privada, Esta posición la sustenta en el principio “ama a tu prójimo como a tí mismo”, donde los valores de la caridad y solidaridad juegan un papel fundamental. Carlos Marx como no creía en Dios, creador de todas las cosas y vigilante de que los hombres actúen de acuerdo a sus principios y mandamientos, asigna esa función al Estado, ficción creada por el hombre para tratar de dirimir sus diferencias ante la cada vez más compleja vida en sociedad.
Todos esos conceptos acerca del rol del hombre, la sociedad y el Estado, han sido estudiados desde la perspectiva de las distintas corrientes del pensamiento humano y mucho más desde la perspectiva económica. El desarrollo tecnológico, en vez de servir bien al hombre y la sociedad, parece ser que se ha extraviado en el camino y amenaza a la humanidad y cualesquiera de sus formas de organización social, poniendo en peligro la democracia como sistema y cómo forma de gobierno, tal como la conocemos, así como la libertad que le es consustancial. La biotecnología amenaza con competir con el mismísimo Dios en su proceso de creación del ser humano y de los otros seres vivientes, haciendo tambalear todos los principios éticos que sustentan a las religiones.
En esa dirección nos movemos en medio de la confusión y el egoísmo que un puñado de hombres y mujeres generan al apropiarse y apoderarse intencionadamente de la tecnología de las comunicaciones, la información, los mensajes, y de la biotecnología, convirtiéndose en los neodictadores o neotiranos cuyo ámbito de acción es planetario.
En ese sentido, considero interesante que se promueva una discusión a nivel de Academias y Universidades a la luz de la realidad que nos deslumbra, sobre la propiedad privada y sobre el perdón a quienes mal obran usando su poder desproporcionado. Si sus acciones son malas a juzgar por sus resultados y consecuencias sobre el ser humano, si la maldad está implícita en la concentración de la propiedad, si sus motivaciones conscientemente no son convenientes para el ser humano y desvían los fines de éste en este mundo creado por Dios, podrán optar a su perdón y al de los hombres?. Porque el perdón, desde mi punto de vista, tampoco es absoluto. Jesucristo en la cruz exclamó:”Perdónalos Dios porqué no saben lo que hacen!”. Pero, a los que sí saben lo que hacen y obran intencionadamente mal y lo hacen con perversidad, merecen nuestro perdón y el perdón de Dios?.
El mío no lo tendrían, ni lo tendrán. Yo me confieso Cristiano, pero Cristo se refiere al perdón a los que no saben lo que hacen. Esa posición la hago extensiva a los dictadores y tiranos que en nombre de una ideología, mal gobiernan, imponiendo el terror y el odio, descargando toda su perversidad, y a los que por ambición se enriquecen y se desentienden de los demás, porque si saben lo que hacen.