(20 de junio del 2022. El Venezolano).- Es fin de semana y me detengo a leer un artículo del periodista César Menéndez en DIARIO LAS AMÉRICAS sobre el problema del drenaje y alcantarillado en Miami-Dade, sobre todo repasando las zozobras de esas ciudades que conforman mi distrito, el número 12. El texto conlleva a un momento de reflexión profunda y de repasar las distintas estrategias posibles para enrutar el futuro de las aguas.
Escrito por Sophia Lacayo
Según cifras oficiales del condado, existen más de 8.500 millas de líneas de agua subterráneas, y aproximadamente 4.100 millas de alcantarillado. Esta infraestructura abastece a unos 2,3 millones de residentes y a los miles de vacacionistas que eligen esta franja soleada como destino de ocio.
Una mala gestión o desatención que se remonta a décadas abrieron un agujero o bomba de tiempo que no se ha podido remendar con inversiones multimillonarias. Precisamente, el deterioro del tiempo hace que las inversiones tengan que ser mayores desde el punto de vista monetario y menos eficaces desde la óptica de la calidad.
Sin medias tintas, es un sistema viejo, deteriorado y obsoleto. Se han destinado y gastado más de $2.000 millones y desafortunadamente no se ha terminado. Lo peor de todo es que es dinero del contribuyente.
El año pasado, en un comunicado condal se conoció que el Departamento de Agua y Alcantarillado de Miami-Dade estaba enfrascado en la conversión de los sistemas sépticos en desagües por alcantarillado en los corredores comerciales en respuesta a la orden federal de hacerle frente al problema de las aguas negras antes de 2025.
En plena pandemia se identificaron alrededor de 120.000 con estos sistemas sépticos con 9.000 de ellas con índices elevados de vulnerabilidad, cifra que se engrosaría hasta los 13.500 para el 2040. Este “hándicap” amenaza, obviamente la salubridad y la estabilidad natural y representa un foco activo de contaminación.
La alcaldesa de Miami-Dade, Daniella Levine Cava dijo referente al programa denominado “Connect 2 Protect”: “Hemos estado hablando y hablando de este proyecto, y hoy por fin estamos avanzando. Las obras están valoradas en $4.000 millones.
Como dice el refranero popular: ¿Por dónde le entra el agua al coco? Urge buscar soluciones e iniciativas viables, que mejoren en realidad y no constituyan remiendos de emergencia. Una solución temporal solo extiende más el letargo. Se sufre en las inundaciones y los pútridos desbordes.
En el artículo de Menéndez, el alcalde de Miami Lakes, Manny Cid, identifica a la burocracia condal y su inaccesibilidad para obtener permisos para encarar obras: “Lo mismo que sufren los residentes con la burocracia, lo sufren las municipalidades. La parte más difícil es coordinar los trabajos con los departamentos condales”.
Entonces ¿Es tan difícil que el condado trabaje de la mano de las municipalidades y abrir canales de comunicación pragmáticos y expeditos? ¿Acaso los proyectos individuales de cada ciudad no aportan de igual manera a la calidad de vida de los residentes de una zona específica? ¿Quién decide prioridades y ejecuta las obras?
No se trata de abrir la chequera y comenzar a pegar ceros a la derecha de un presupuesto, sino en utilizarlos de la manera correcta para que nosotros, los contribuyentes no veamos como se escapa nuestro dinero por una tubería.
Sophia Lacayo
Aspirante a la Comisión de Miami-Dade por el distrito 12