(31 de julio del 2019. El Venezolano).- Pudo terminar como galán de telenovela o futbolista; pero su peregrinar político estaba trazado desde la juventud. Criado en el seno de una familia de izquierda, se comprometió con el proyecto político de Hugo Chávez desde sus inicios. En poco más de una década pasó de ser gerente en una misión en la extinta Onidex a ser el número dos del Gobierno. Sin embargo, su ascenso no ha estado exento de la polémica: el gobierno de Estados Unidos lo incluyó este 31 de julio en una lista de los más buscados por narcotráfico y se investigan supuestas relaciones con el terrorismo islámico, reseñó en un trabajo especial la revista Climax.
Se le acusa tanto de narcotraficante, como de ser un caballero. Tareck El Aissami hace honor al epónimo de Mérida, su estado natal para codearse entre amigos y enemigos. Es el rockstar oficialista, el que nunca se despeina ante las presiones del gobierno —regional o nacional. Tareck El Aissami se ufana de ser un radical. Más de 20 años vinculado al chavismo —de los 44 que tiene de vida— lo respaldan.
Su carrera despegó junto a la de Hugo Chávez. En 1998, cuando el barinés alcanzó la Presidencia, ya El Aissami pertenecía a la dirección nacional de la Juventud del Movimiento V República (MVR). Eran tiempos de pegar afiches y colgar pendones. Alexander Nebreda, concejal metropolitano, acompañaba al ahora Vicepresidente de la República en la mocedad del partido. “Las encuestas no daban ni 1% en favor de Hugo Chávez. Nosotros construimos y logramos el triunfo del comandante supremo. Soportábamos las redadas de la Disip —Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención—; y por eso nos llamaron la generación de oro”, dice el concejal.
Sus andanzas de izquierda le vienen de cuna. Su padre, Carlos El Aissami, lo formó en esa corriente y, de acuerdo con el portal Poderopedia, el hombre fue jefe de la sección venezolana del partido político Baath de Irak, el mismo de Saddam Hussein. Su casa natal en El Vigía sufrió varios allanamientos y, según el propio Vicepresidente ha declarado, Carlos fue detenido tras el golpe de Estado del 4 de febrero de 1992. Tareck estaba en quinto año de bachillerato.
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Tiene porte, tamaño y vena de líder. Eso dicen quienes le conocen. Nebreda acude a la anécdota para dar fe de su capacidad de paladín: “En 2001 yo estaba en Caracas y tuvimos que viajar a Mérida al I Encuentro de Jóvenes Estudiantes con Hugo Chávez. Por Caracas íbamos a asistir dos delegaciones, porque en ese momento había divisiones. De hecho decían que íbamos a sabotear el acto. Cuando llegamos a Mérida nos recibió Tareck, recuerdo que tenía una bufanda de Palestina. Él logró que los dos grupos nos sentáramos todos en una misma mesa, en el Páramo de la Culata, en la sede recreacional del Ipasme; y que llegáramos a acuerdos.Desde entonces, lo reconozco como dirigente”.
Con Utopía 78 llegó a la presidencia de la Federación de Centros de Estudiantes de la Universidad de Los Andes (ULA) —para algunos, apoyado también por las armas de la guerrilla. Egresó con honores de la Escuela de Derecho, según su perfil en el blog del PSUV. En esos tiempos coincidieron Hugbel Roa, hoy ministro de Educación Universitaria; Christian Zerpa, exdiputado del PSUV y ahora magistrado del Tribunal Supremo de Justicia; Carlos León, empleado de la Gobernación de Mérida; y Hugo Cabezas, presidente del Complejo Editorial Alfredo Maneiro. El último fue el responsable de dar a El Aissami su primer cargo de relevancia en la administración pública. Cabezas era el director general de la Oficina Nacional de Identificación y Extranjería (Onidex, hoy Saime) y encargó a su compañero en el movimiento estudiantil la dirección de la Misión Identidad en 2003. Para ese entonces, Tareck ya se había especializado en Criminología, también en la ULA. Poco más de una década le bastó para escalar de un cargo administrativo a ser el número dos del Poder Ejecutivo nacional.