(07 de agosto del 2020. El Venezolano).- “Tener que elegir es lo que llamamos libertad y eso nos produce angustia. De modo que el espíritu tiembla, y en último término puede buscar la fe.” Soren Kierkergard
Cuando estemos solos con nuestra conciencia aprovechemos para reflexionar sobre algunas paradojas de la vida. Desde mucho antes de que la actual pandemia nos obligara a aislarnos socialmente para protegernos todos del virus bautizado COVID 19 y a pesar de la irrupción tecnoinformática, ya el mundo se había convertido en una multitud de gente, pero, con muchas soledades juntas. Ya lo manifestó Yuval Harari, ahora observamos que la gente lleva vidas cada vez más solitarias en un planeta cada vez más conectado.
En el núcleo familiar, estando juntos, todos están conectados con otros, desconocidos en su mayoría, pero, desconectados entre sí. Probablemente nos estamos acostumbrando, como decía Jorge L. Borges, a sentir la soledad para aprender a estar con nosotros mismos y saber que somos buena compañía.
Al estar a solas con nuestra conciencia tratemos de confirmar si es cierto lo que afirmaba Jean P. Sartre de que estamos condenados a ser libres porque la libertad pertenece a la estructura misma de la conciencia. Entonces, por qué permitimos que otros nos sojuzguen? . Si apresan nuestro cuerpo, con él apresan nuestra conciencia?. Pienso que no, mientras no la entreguemos voluntaria u obligatoriamente, o la vendamos. Aún a costa del dolor, porque quien sabe de dolor, todo lo sabe, exclamaba Dante.
Los venezolanos sabemos de eso, llevamos muchos años sufriendo el martirio de no haber sido lo suficientemente inteligentes para percibir el engaño, ni lo necesariamente valientes para evitar el dolor de ya no ser libres. Pensemos en eso por que quienes creen que el dinero lo hace todo, terminan haciéndolo todo por dinero, como señalaba Voltaire. Podemos preguntarle a Chavistas, testaferros y enchufados sobre esa afirmación.
Cuando estemos a solas con nuestra conciencia reflexionemos si lo que hemos necesitado es coraje, por que como lo advirtió Pericles, es el secreto de la libertad y la libertad es el secreto de la felicidad. Muchos nos preguntan y también nosotros nos preguntamos: Cómo hemos dejado que se destruya al país y se arruine el presente y el futuro de varias generaciones?. En nuestra confusión respondemos: ya falta poco. Para disimular nuestra falta de coraje recurrimos a la manoseada frase “es que los tiempos de Dios son perfectos”. Yo me pregunto, entonces quienes lo han retrasado?. Es que veinte años de un nuevo siglo no bastan? Será por eso que Borges nos aconsejaba “caminar de la mano de Dios porque con él todo mejora siempre”. Otros acotan, es que el tiempo es un gran maestro, y yo recuerdo su gran defecto, pero siempre acaba con sus discípulos.
Sabemos como dice Harold Bloom que “la mortalidad acecha y todos aprendemos que el tiempo siempre triunfa”. Por eso queremos disfrutar de la libertad ya, porque la vida es tan corta y tan largo el olvido que queremos ver ya el resplandor de ese día luminoso en que nos volvamos a abrazar como hermanos. Por eso pedimos también que se abstengan los que con su actitud retrasan los tiempos de Dios y quienes aún no han querido caminar tomados de su mano, sino que pretenden sustituirlo.