(23 de junio del 2019. El Venezolano).- La reconocida serie del campeón en boxeo argentino, Carlos Monzón en su faceta violenta y el asesinato de Alicia Muñiz, debutó tras una gran promoción.
Seguramente los realizadores de esta ficción tuvieron las mismas dudas y los mismos deseos que tenía el maestro Amilcar Brusa cuando lo puso por primera vez dentro de un ring. Claro que aquella primera pelea no tuvo glamour ni aristas televisivas y nadie imaginó, en aquel momento, que su vida llegaría a una mini-serie que hoy es un éxito.
Carlos Monzón se puso por primera vez los guantes chicos y se sacó el cabezal el 6 de febrero de 1963. En aquella oportunidad el club Ben Hur de Rafaela fue el escenario en el que el pupilo de Amilcar Brusa tenía su primera prueba ante la mirada indiferente de los espectadores. Quién se iba a imaginar que ese peso mediano se iba a transformar en el boxeador más importante de la Argentina.
Pero, ¿cómo era Monzón fuera del ring? Sergio Ferrer es un gran historiador que tiene el boxeo en Santa Fe. Autor del libre «Monzón nunca estuvo solo», lo califica como «un duro, una persona distante». Recuerda: «Seguí muy de cerca su etapa en la cárcel de Las Flores y era muy difícil poder tratarlo. Pero sin dudas su mejor faceta era cuando estaba rodeado de sus amigos«.
En el plano deportivo, el camino hacia lo más alto tuvo muchas flores, pero también alguna espina que le sirvió para formarse como hombre y boxeador. Antes de llegar al duelo mundialista ante Nino Benvenutti, Monzón tuvo como verdugos al platense Antonio Aguilar en el Luna Park, al brasileño Felipe Cambeiro en Río de Janeiro y al puntano Alberto Massi. Pero esas derrotas no merecían quedar así. Luego se encargó de ganarle a los tres. Su imagen fue tomando forma con triunfos sobre Andrés Selpa, Emilio Ale Alí, Celedonio Lima, Carlos Salinas y dos veces a Jorge Fernández, victorias que le permitieron ser campeón argentino y sudamericano de la división mediano. Títulos que en esa época tenían un valor inmenso.
Crecía su imagen y también se gestaba una personalidad difícil. Indomable. Otro periodista que realizó coberturas memorables para la revista El Gráfico fue Ernesto Cherquis Bialo. Con el seudónimo de Robinson, siguió los mejores momentos deportivos del pugilista. «Hay varios Monzones, El Monzón pre-pelea y el Monzón post-pelea. Una cosa era con fama y otra sin ella». Bucea en el pasado Cherquis Bialo: «Lo que lo sostuvo fue su osquedad, su cuota de rencor y un trato amigable con muy pocas personas. Cuando estaba ebrio era agresivo. Un hombre propenso a la pelea. Y cuando estaba en su estado normal era inimaginable pensar que ese hombre se peleara», explica.
El 7 de noviembre de 1970 en el Palazzetto dello Sport de Roma se gestó un combate inolvidable. Los italianos fueron a presenciar una nueva exhibición de Nino Benvenuti, oro Olímpico en Roma 1960 y bicampeón mundial, ya que había ganado el mediano jrs y defendiá la corona de los medianos. Pero, Monzón lo terminó noqueando y a partir de esa gran actuación se terminó de afianzar como leyenda.
Su temperamento era hostil. Su estado de ánimo, un misterio. Monzón no fue una persona fácil. Carlos Irusta trabajó 38 años en El Grafico y compartió muchas vivencias. «Era muy respetuoso. Era un jodón a su manera. Aunque te parezca mentira era un tipo sencillo». Sin embargo, lo recuerda con aristas violentas. Irusta pudo compartir un viaje a New Orleans con Monzón. » Pude compartir con él un viaje a Nueva Orleans, fui a cubrir una pelea de Galíndez. Monzón me cuestionó porque había escrito algo en su contra y me puso su puño en mi pera mientras me amenazaba. No me asusté porque sabía que no me iba a pegar, pero su mirada era penetrante. Esa noche había tomado algo de más».
«Idolo, campeón, femicida», reza el afiche de la ficción que se transmite por Space. Hace foco en aquel trágico febrero de 1988 y el juicio por el asesinato de Alicia Muñiz. El Monzón inalcanzable, en sus horas más oscuras, el gran campeón en su ocaso.
Con información de Toda Pasión