(04 de marzo del 2021. El Venezolano).- Ahora resulta qué, según la prédica de algunos opinadores, “los venezolanos abandonamos la senda del voto”. Eso es una gran mentira y es menester calibrar las intenciones de esas campañas, ya con carácter sistemático, que deambulan por cuánto portal abre sus páginas. Está bien que cada quién diga sus criterios, emita sus opiniones y hasta contradiga la de cualquiera de nosotros. Eso es válido y hasta útil, necesario e indispensable cuando nos ufanamos de ser de estirpe democrática. Pero otra cosa es la manipulación y sería justificado decir que los argumentos son parte de una campaña que busca desprestigiar a quienes tenemos una manera diferente de ver el horizonte, cuando lo que se nos quiere imponer, ajuro, es el camino electoralista.
Es mi derecho defender mi espíritu democrático, ese que siempre ha estado prendido en mi como una llama más caliente que el calor de Calabozo. Nací en democracia, aprendí a practicar el voto en mis luchas estudiantiles, siempre he creído que no hay instrumento mejor acabado para defender las ideas que el voto. Ah, pero ese voto es válido cuando estamos bajo un sistema legal, de justicia, de libertades, como lo que sólo se ve garantizado en democracia. Resulta y acontece que en Venezuela, por ahora, no existe nada parecido a una auténtica democracia. Lo que reina aquí, en nuestro país, es una cruel tiranía que mata gente y liquida también los votos, porque se los roba en cuanto fraude organiza.
Quiero votar para elegir, porque no me conformo simplemente con votar como un robot que acude fríamente a las mesas de votación a ejercer un derecho que es trucado en trampas. Quiero votar para elegir, para opinar y que mi sufragio valga, absolutamente, como el de cualquier otro venezolano, ni más ni menos. De allí que rechazo ese retórnelo conforme al cual se quiere presentar a los venezolanos que hemos protestado rechazando con nuestra abstención, avalar esas ruines tretas que organiza Maduro, como aquellas irritas elecciones de Constituyentistas en julio de 2017, igual que esa parranda de gobernadores impuestos mediante fraudes, como el que le hicieron con toda desfachatez a Andrés Velázquez, el gobernador que el pueblo del estado Bolívar eligió pero que “no gano”, porque así lo resolvieron los trúhanes que manejan los números y las actas en la sala de cómputos del Consejo Nacional Electoral.
Ya basta de esas imputaciones con las que pretenden desmeritar nuestra postura principista. A mí no se me olvida la gran faena que cumplimos en el estado Guárico para recoger las firmas que servirían para revocar a Maduro el año 2016. ¿Eso era para pedir que vinieran los marines de EEUU a desembarcar en el rio Tiznado? ¡NO, para nada! Se nos dijo que mediante esa vía pacífica y electoral, sería posible salir de esta tiranía. ¿Y qué pasó? Que nos pusieron a caminar de pueblo en pueblo, buscando las rúbricas de mujeres y hombres que, por ejemplo, aquí en Guárico, desde San Juan, pasando por Ortiz y hasta Zaraza, superaron todo tipo obstáculos para que se pudieran consignar las planillas con las firmas requeridas.
Todo fue una burla. Maduro lanzó al basurero de su propio destino esa épica protagonizada por millares de ciudadanos. Después se nos dijo: “tranquilos, que eso se va a resolver en un diálogo. Y nos fuimos para Cabruta, pasando por Las Mercedes del Llano, a explicarle a la gente que “la cosa va en serio, que hay un diálogo con emisarios del Papa”. Ajá, ¿qué ocurrió? Otro salto a la nada, como fue también un tiempo perdido para nosotros y terreno ganado para esa corporación criminal, los diálogos de Santo Domingo y el último o de Barbados.
En definitiva, les agradezco que con mis votos no se metan. Menos con mi condición de demócrata hasta los tuétanos, como decimos aquí, en mí querida Urb. Rómulo Gallegos en el popular Banco Obrero de San Juan de los Morros.
@CYsmayel