(21 de mayo del 2022. El Venezolano).- “El mundo está desquiciado! Vaya faena, haber nacido yo para tener que arreglarlo! William Shakespeare.
Escrito por Neuro J. Villalobos Rincón
Es innegable que la máxima aspiración de todo ser humano es vivir bien y una de las mayores expresiones es vivir en libertad, pero, como dice Fernando Savater, “el problema del canalla es que no sabe que la libertad no sirve ni gusta de ser servida sino que busca contagiarse”. Aún así, estamos rodeados de canallas tanto dentro como fuera del país, y hay quienes dirigen países. Una cosa es lo que dicen y otra lo que hacen con cinismo y descaro. Eso se llama falta de integridad.
José Ignacio Cabrujas, hace ya más de tres décadas caracterizó al Estado venezolano como el Estado del disimulo para referirse a lo que él consideró el sentido de provisionalidad, del mientras tanto, con lo cual caricaturizaba a quienes detentaban el poder. No imaginaba Cabrujas, en aquél entonces, que pudieran llegar a las más altas esferas del gobierno de un Estado, un grupo de asaltantes, de bandidos, que conformaran un gobierno de piaras que no sólo tomaran al país como un campamento desde el cual extraer sus riquezas sino además exhibirlas y gastarlas por el mundo, sin ningún recato ni disimulo, transformándolo en el Estado del descaro.
El Estado, decía Cabrujas, es simplemente un truco legal que justifica formalmente apetencias, arbitrariedades y demás formas del “me da la gana”. El Estado es lo que yo, como caudillo o simple hombre con poder, determino que sea Estado, ley es lo que yo determino que es ley. Nos han ubicado así, en un proceso de regresión cultural en donde el gobierno ha sido el principal agresor del Estado. La concentración de poderes, el uso indebido de sus funciones y el robo y malversación de los enormes recursos de la renta petrolera, les ha permitido hacer lo que les viene en gana, sin el más mínimo respeto por el ciudadano y sus derechos. El país está saturado de vicios que provienen del Estado y “la expresión circunstancial del Estado, que es el gobierno, es la de un cretino al que debes engañar si quieres sobrevivir”.
Conocida como es la actual situación degradante de la política venezolana y el desbarajuste económico del país, el régimen, sin hacer concesiones democráticas, logra que el gobierno norteamericano, con la aquiescencia del gobierno interino de Venezuela reconocidos por ellos, alivie la presión de las sanciones impuestas por aquél, a pesar de ser señalados como delincuentes internacionales y de haberle puesto precio a la cabeza de varios de sus dirigentes.
Esa decisión, incomprensible para muchos e injustificable para otros tantos, trae a colación y reafirma la vieja sentencia de que los países no tienen amigos, tienen intereses. El mundo entero atraviesa por una situación difícil debido a los efectos de la pandemia del COVID 19 y la criticable invasión de Rusia a Ucrania que han desencadenado consecuencias económicas y sociales terribles para la humanidad.
Los Estados Unidos no escapa a esa situación, todo lo contrario, lo involucra directamente como la primera potencia mundial que es y por provenir ambos fenómenos de los enemigos reconocidos de Occidente, como lo son China y Rusia. La inflación generada por la escasez de bienes y servicios y los elevados costos de producción de los combustibles complica aún más su delicada situación económica y política interna, eso es comprensible.
Lo que es injustificable es que se tomen medidas que favorecen a un régimen que dirige un Estado fallido brutalmente dictatorial y no al pueblo venezolano, ya que la situación catastrófica que padecemos en Venezuela viene desde mucho antes de las sanciones norteamericanas, cuyos culpables son precisamente los grupos de asaltantes, desadaptados y ladrones que han tratado de imponer en Venezuela una forma de organización social y un modelo económico fracasado a nivel mundial.