(19 de octubre del 2023. El Venezolano).- Esta por finalizar el año centenario del premio que otorgó la Academia de la Lengua de España al poeta venezolano Andrés Eloy Blanco, en el marco de la celebración del concurso hispanoamericano de los Juegos Florales de Santander, en el año 1923.
Andrés Eloy, como lo conocemos los venezolanos, tenía apenas 25 años cuando ganó este concurso con su poema Canto a España y donde participaron poetas de casi todos los países de Hispanoamérica. A partir de este triunfo, se hizo internacional la fama de nuestro compatriota como poeta de aquilatados méritos.
El premio consistía en 25.000 pesetas que al poeta le permitió quedarse viviendo, muy modestamente, durante un año en la madre patria, pero aprovechó el tiempo para codearse con los más importantes vanguardistas literarios de la época y, la Academia sevillana de bellas letras, lo convirtió en uno de sus miembros.
Casi cien años después, otro venezolano fue laureado por las letras en España, como ocurrió el año pasado con nuestro poeta Rafael Cadenas. Esperemos que otro venezolano, haga méritos literarios y reciba un próximo premio antes de que pase otra centuria.
No hay duda de que, para un joven venezolano de apenas 25 años, ese premio fue un estímulo a sus inquietudes literarias, pero lo más significativo del poema con el cual obtiene ese galardón, es que se trata de un bello alegato de un hombre de la izquierda democrática latinoamericana, a favor del legado de España a Iberoamérica, que sepulta la argumentación, ignorante, atrasada y falaz, de una leyenda negra con un respaldo histórico incoherente y mezquino.
Este joven líder de la democracia venezolana, que después fue Presidente de la Asamblea Nacional Constituyente – que permitió, por vez primera en Venezuela, unas elecciones universales, directas y secretas, devolviéndole la soberanía al pueblo-, que siendo Canciller de la República en la ONU votó a favor de la creación del Estado de Israel; y que de no haber ocurrido un siniestro accidente durante su exilio mexicano, que acabó tan tempranamente con su vida, pudo haber llegado a ser Presidente de la República.
Andrés Eloy fue también quien escribió el poema más conocido de venezolano alguno, que es un himno contra la discriminación racial: Angelitos Negros. Que al ser convertido en canción por Manuel Álvarez Rentería y cantado por prestigiosos artistas internacionales se hizo muy famoso. Es una joya de poema que termina de esta manera:
Pintor que pintas tu tierra,
si quieres pintar tu cielo,
cuando pintas angelitos
acuérdate de tu pueblo
y al lado del ángel rubio
y junto al ángel trigueño,
aunque la Virgen sea blanca,
píntame angelitos negros.
Este es el mismo poeta que sale en defensa de la integración hispanoamericana en su Canto a España y que mereció el premio internacional en referencia. Es un poema muy largo, que no podemos transcribirlo todo, por razones de espacio, pero es necesario recordar algunos de sus versos para confirmar lo que hemos señalado. Se inicia así:
Yo me hundí hasta los hombros en el mar de Occidente,
yo me hundí hasta los hombros en el mar de Colón,
frente al Sol las pupilas, contra el viento la frente
y en la arena sin mancha sepultado el talón.
Trajo hasta mí la brisa su cascabel de plata,
me acribilló los nervios la descarga solar,
mis pulmones cobraron un aliento pirata
y corrió por mis venas toda el agua del mar.
Alcé los brazos húmedos a la celeste flama,
y cuando cayó en ellos el tropical fulgor
cada brazo creció, como una rama,
cada mano se abrió como una flor.
Y, más adelante, cuando narra el encuentro de los dos mundos y el aporte de España a la integración de civilizaciones, afirma:
América, desnuda, dormía frente al mar,
y la tomaste en brazos y la enseñaste a hablar.
Y toda la excelencia
de tu sagrada estirpe -valor, trabajo, ciencia-
floreció por los siglos en el hombre injertado;
indio, cerebro virgen, español, alma en vuelo…
así en el campo nuevo, cuando pasa el arado,
la primera cosecha no deja ver el cielo…
Y al continuar su canto, se detiene un poco más en la continuidad infinita del legado español, a través de Bolívar, Pizarro, Moctezuma y San Martín
Y canten por la España ultramarina,
la que dirá a los siglos con su voz colombina
que el Imperio Español no tiene fin,
¡porque aquí, Madre mía, son barro de tu barro,
lobeznos de Bolívar, cachorros de Pizarro,
nietos de Moctezuma, hijos de San Martín!
… Y una vez que refleje la exaltación suprema,
por el prodigio vasco sintetice el Poema;
¡por el prodigio vasco! Tierra de Rentería,
donde el primer Bolívar, mirando al mar un día
pudo decir: ¡También Vizcaya es ancha!
¡Por ti, cántabra piedra, que me diste la gloria
de Aquel que va gritando por Historia,
caballero al galope de un rocín de la Mancha!
Y, como debe ser, finaliza su canto con una exaltación a la integración de toda Iberoamérica:
¡Hazte a la mar, Quijote! Nave de la Esperanza,
una adarga la vela y el bauprés una lanza;
cierra contra el rebaño que en las olas bloquea,
cobra al futuro el secular reposo,
que hay en estas riberas del Toboso
lecho de palmas para Dulcinea.
¡Todo el mar de Occidente rebota de murmullos!;
¡el Árbol de la lengua se arrebuje en capullos!;
haya en España mimos y en América arrullos;
¡el mismo vuelo tiendan al porvenir las dos,
y el Mundo, estupefacto, verá las maravillas
de una Raza que tiene por pedestal tres quillas
y crece como un árbol, hacia el Cielo, hacia Dios!…
Es de lamentar que no ha habido una conmemoración, como iniciativa plural de todos los sectores de Venezuela, para recordar con júbilo merecido el centenario de este logro literario del “poeta del pueblo venezolano” y, también, es de echar en falta que la Real Academia de la Lengua en España no haya recordado los cien años del lauro que entregó, a uno de los mejores poetas de Iberoamérica, aquel 23 de marzo de 1923.
No lo hacemos como una queja ni un reclamo, sino para insistir que no se deben olvidar los ejemplos de iberoamericanos, como Andrés Eloy Blanco, quienes demostraron con su obra que el gran acontecimiento del encuentro de nuestros dos continentes, gracias a España, marcan el comienzo de la Edad Moderna universal y que nuestros grandes literatos lo confirman.
Madrid, octubre 2023