(16 de enero de 2020. El Venezolano).- El canciller del régimen de Nicolás Maduro, Jorge Arreaza, y el de China, Wang Yi, trataron este jueves de hallar una solución política a la situación del país en un momento en el que ambas repúblicas socialistas dicen mantener una relación imperturbable.
No hay fuerza que pueda perturbar nuestra relación, ni nuestra asociación estratégica integral, dijo Arreaza a Wang ante la prensa minutos antes de comenzar el encuentro entre ambas delegaciones diplomáticas, a puerta cerrada.
Según Arreaza, el pasado fue un año de desafíos para la Humanidad, y Venezuela estuvo en el epicentro de los acontecimientos en América Latina, agredida por los Estados Unidos.
«Hemos contado -aseguró Arreaza- con la solidaridad y la profundización de la cooperación de la República Popular China».
«No hay sanciones ni bloqueo que puedan afectar la relación que hemos construido durante tantos años, desde los años del comandante Hugo Chávez», apostilló.
Arreaza celebró el papel cada vez más protagonista que China está asumiendo en la arena internacional, muchas veces visto con suspicacia por parte de Occidente por su total falta de transparencia y de mecanismos de fiscalización, y sus formas autocráticas.
«Para nosotros, el rol que juega China en la diplomacia, en la geopolítica de paz, es fundamental. Creemos que es un ejemplo: una gran potencia, que está por convertirse en la primera gran potencia económica, que es la gran potencia moral del mundo», dijo el representante de la dictadura venezolana.
Respaldo
Por su parte, su homólogo chino, Wang Yi, reiteró el apoyo de China al Ejecutivo del presidente venezolano, Nicolás Maduro, en un difícil contexto internacional.
La reunión tuvo lugar en la residencia estatal de huéspedes de Diayoutai, en el oeste de la capital china, con jardines de rocalla cuidados al milímetro y cuyos lagos ha congelado el crudo invierno pekinés, reseñó EFE.
Antes de la reunión con Wang Yi, el vicepresidente de China, Wang Qishan, mantuvo un «encuentro de cortesía» con Arreaza, que calificó de «conversación maravillosa».
En ella, Arreaza consideró a China como la «hermana mayor» de Venezuela.