(11 de abril del 2023. El Venezolano).- Hugo Chávez presidió Venezuela durante una bonanza petrolera sin parangón, superior a la gomecista entre 1929-1935, la Segunda Guerra Mundial, la crisis del Canal de Suez y la de CAP 1974-1975. Entonces Chávez aún sufría del síndrome post traumático producido por el golpe de abril de 2002. Empresarios muy ricos lo humillaron, lo zarandearon y lo ruletearon a placer por el oriente de Venezuela y sin compasión alguna lo depositaron en La Orchila donde lo rescató el general Raúl Isaías Baduel. Para su futura desgracia, Baduel fue testigo de la miseria de aquel plañidero comandante. Chávez nunca le perdonó a Baduel haber presenciado su más triste y desgraciada hora. Poco antes Chávez pensaba que era el «hombre más poderoso del tercer mundo». La experiencia lo convenció que el poder político no es suficiente en América Latina. Desde ese instante emprendió la misión cuasi religiosa de hacerse inmensamente rico y añadir al poder político que detentaba, el gran poder del dinero, muchísimo dinero.
De esta manera, el comandante, que ha poco exorcizaba la riqueza como la de un hombre malo, devino en uno de los hombres más ricos del mundo. Rafael Ramírez fue el pontífice que el comandante escogió para ese sacrosanto ritual de facilitar que Chávez fuera un hombre malo, pero inmensamente rico, reportó elnacional.com.
Hugo Chávez y los bonos… ¿de la República?
En 2007 las corporaciones petroleras Chevron-Texaco, Statoil, Total, BP, ENI, Sinopec e INE Paria, que habían participado en la apertura petrolera, decidieron migrar al esquema bolivariano de empresa mixta. Entonces se producían 3,1 millones de barriles diarios, pero según Rafael Ramírez, bajo el nuevo esquema, la producción alcanzaría a más de 5 millones de barriles diarios. La imprecisión de Ramírez fue del tamaño y la proporción de todo lo que ha deshecho esta revolución. La producción actual, según la OPEP, no alcanza a los 700.000 barriles diarios.
Ramírez anunció que más allá de este glorioso escenario, Venezuela recibiría además 5.730 millones de dólares en forma de “bonos de la República” de todas aquellas empresas que se asociaron con Petróleos de Venezuela (Pdvsa). “No adjudicaremos ningún bloque sin que antes cancelen el bono a favor de la República”, repetía Ramírez. Esto significaba en términos jurídicos que esos 5.730 millones de dólares debían ser entregados al Tesoro Nacional. De entregarlos a Pdvsa o a otra entidad habrían incurrido en una flagrante violación de la ley y al principio constitucional de la unidad del tesoro. Pdvsa es un ente autónomo y separado del Estado venezolano, no representa a la República.
Ante el dilema de entregar estos “bonos de la República” a la República o a Pdvsa, Ramírez optó por una forma de pago única en la historia de las finanzas públicas. El 20 de febrero de 2013, se dirige a los CEO de Chevron-Texaco, de Estados Unidos; Rosneft, de Rusia; Statoil, de Noruega; Total, de Francia; BP, del Reino Unido; ENI, de Italia; Sinopec, de China; e INE Paria, para instruirlos sobre la forma de pago de ese “bono de la República” en los siguientes términos:
¿Pagar miles de millones de dólares pertenecientes a la República de Venezuela a una cuenta cifrada de un banco offshore en un paraíso fiscal? Las alarmas se dispararon en las consultorías jurídicas de las corporaciones petroleras, pero después de varias consultas, concluyeron que era solo un cambio de dirección y legalmente la responsabilidad era exclusiva de Rafael Ramírez, quien firma la comunicación. Esta opinión fue confirmada como correcta por quien suscribe este escrito, después de consultar con abogados especializados en la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero de Estados Unidos.
Para leer la nota completa pulse Aquí