(10 de mayo del 2019. El Venezolano).- Las ansias y el desánimo se apoderan del grupo de efectivos de la Fuerza Armada Nacional que cruzó la frontera de Venezuela hacia Colombia, huyendo del régimen de Nicolás Maduro, hace tres meses cuando se intentó ingresar la ayuda humanitaria al país.
A través de un reportaje publicado por El Nuevo Herald, se conoció el testimonio de muchos de ellos que se encuentran en el exilio, con la esperanza de regresar a su país. El sargento Rafael Jiménez fue uno de los que entró por la frontera colombiana e imaginó que a los pocos días regresaría como parte de un ejército de exiliados listo para defender la Constitución y al presidente encargado, Juan Guaidó.
Relató que “yo crucé la frontera pensando que seríamos una organización militar que pudiera regresar a Venezuela con ayuda humanitaria y liberar el país. Pero ninguna de estas cosas que soñamos se ha hecho realidad”.
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En Colombia actualmente hay 800 policias y militares atascados y muchos se trajeron a sus familiares para salvarlos de las represalias del régimen. Las autoridades migratorias de Colombia dicen que en este grupo hay más de 1,480 personas —militares, esposas e hijos—.
Los familiares se consideran solicitantes de asilo y les ofrecen albergue y tres comidas diarias gratis, sin embargo, no pueden trabajar. Y la mayoría pasa trabajo para satisfacer sus necesidades más básicas.
En el hotel donde se queda Jiménez, en el centro de Cúcuta, hay 77 oficiales militares y 91 familiares, entre ellos 51 niños, pequeños en su mayoría.
“Estamos agradecidos porque tenemos un lugar donde dormir y comemos tres veces al día”, dijo. “Pero, ¿qué pasa con los que están aquí con familiares? ¿Cómo compran pañales y fórmula para bebés? ¿Qué pasa cuando los niños se enferman?”