(21 de enero del 2024. El Venezolano).- El 20 de junio de 2020, una buena noticia recorrió el mundo: Alex Saab fue detenido en la República de Cabo Verde, cuando su avión aterrizó en territorio de ese país, para repostar combustible, antes de continuar su viaje: había partido de la República Islámica de Irán y se dirigía de regreso a Caracas. Recordemos que Cabo Verde es un archipiélago en el que viven casi 600 mil habitantes, ubicado en el océano Atlántico, a más de 700 kilómetros de la costa de Senegal. Las autoridades actuaron a consecuencia de un alerta roja que la Organización Internacional de Policía Criminal -Interpol- había emitido en julio de 2019. Saab era buscado, como tanto se repitió en ese momento, por los cuerpos policiales y las autoridades judiciales de Estados Unidos.
Por Miguel Henrique Otero
Recordemos, además, que, junto a Álvaro Pulido Vargas, también empresario colombiano, Saab estaba acusado de lavado de dinero y soborno a funcionarios públicos. Las investigaciones realizadas por el periodista Roberto Deniz, miembro del equipo del portal informativo Armando.Info, fueron mostrando a la opinión pública, a lo largo del tiempo, que los negocios de Saab con el régimen eran diversos: construcción de viviendas, actividades petroleras y, actuación en un ámbito particularmente sensible, el de la importación de alimentos para las cajas que distribuyen los llamados CLAP. En sus operaciones, la sociedad Saab & Pulido habría “transferido aproximadamente 350 millones de dólares fuera de Venezuela”, a cuentas en otros países, cuyos beneficiarios fueron funcionarios públicos, parte de la gran maquinaria de corrupción que es el chavismo-madurismo.
Del enorme poder de Alex Saab -poder que se fundamentaría en el supuesto de que Saab es un testaferro de Nicolás Maduro y de su familia- hablan de manera inequívoca las diligencias del régimen para proteger a Saab, no solo en lo relativo a la contratación de equipos de abogados. También le inventaron un cargo diplomático. A continuación exigieron que fuese parte de la delegación oficialista en las negociaciones con la oposición. Organizaron marchas en las calles para pedir la liberación de Saab, como si fuese un preso político víctima del imperialismo, y no un delincuente que había pagado sobornos y había liderado unas redes de corrupción, que incluyeron a siete diputados de la supuesta oposición, episodio que no debemos olvidar, y que fue encabezado por Luis Parra. Y hay más. En esta relación no puede omitirse que en el 2018, además de bloquear al portal Armando.Info, se arremetió judicialmente en contra de sus miembros, que fueron forzados a abandonar el país, ante la inminente amenaza de que serían detenidos.
Como se sabe, la presión ejercida por el gobierno de Maduro finalmente resultó exitosa: producto de las negociaciones con Estados Unidos, el delincuente Saab fue indultado por el gobierno de Joe Biden, con lo que evitó ir al juicio en el que, según las declaraciones de juristas estadounidenses, no tenía oportunidad ninguna de salir bien librado, toda vez que las pruebas en su contra eran categóricas e inequívocas.
De vuelta a Venezuela, recibido como un héroe por la familia presidencial (un héroe, en el fondo, semejante a los narco sobrinos, dos delincuentes que fueron liberados gracias a la diplomacia del régimen, o semejante al Pollo Carvajal, que también fue recibido como un héroe cuando fue liberado por las autoridades de Aruba en el 2014 -¿recuerdan al vociferante Cabello gritando que Carvajal era un patriota?-), a Saab lo han designado Presidente del Centro Internacional de Inversiones Productivas de Venezuela, que es un organismo creado en 2020, como una entidad destinada a buscar y diseñar mecanismos para evadir las sanciones económicas de Estados Unidos y Europa, en contra de los negocios del régimen delincuente.
Ahora, acogido en el regazo de la familia presidencial, presentado por el mismo Nicolás Maduro como una especie de eficaz y sacrificado agente salvador -agente que alguna vez garantizó que las importaciones de alimentos en mal estado fluyeran hacia el país-, Saab hará posible, tal es la desbordada promesa, que centenares de inversionistas vengan a Venezuela a realizar negocios de distinto carácter. Esto quiere decir que, de acuerdo a lo dicho por Maduro, Saab será factor determinante de la anunciada y fracasada, una y otra vez, reactivación económica de Venezuela.
¿Cuál es la probabilidad de que las diligencias de Saab, con empresarios que atiendan a unos básicos preceptos legales, se interesen por invertir en Venezuela, bajo el aliento de un señor acusado de lavar activos y corromper funcionarios públicos, políticos y empresarios? ¿Qué clase de empresarios se pondrán en las manos de Saab para realizar inversiones y montar empresas en Venezuela? ¿Quiénes, pregunto, que no sean los viejos amigos de Saab, los estafadores de varios países que enviaron a Venezuela alimentos de mala calidad, a punto de caducar, cuando no portadores de insectos y alimañas?
Quiero decir que el nombramiento de Alex Saab era previsible. En ese o en otro cargo. Como es previsible que muy pronto se le vea reunido con Fedecámaras y otros gremios, o como es previsible que lo incluyan en las listas a un cargo legislativo apenas haya una oportunidad, como es previsible que aparezca como orador en cualquier mitin.
He mencionado aquí a los narco sobrinos, a Carvajal y podría añadir a tantísimos más, como Tarek El Aissami. Saab viene a sumarse una cada vez más larga de expedientes, de evidencias que ratifican el profundo carácter delincuencial del régimen. No se trata, como ocurre en cualquier país, de que haya delincuentes en algunos cargos, que lograron colarse y ocupar cargos en los que lucrarse. Hablo de una realidad más profunda y estructural: un poder cuya naturaleza es la violación de la ley y del interés público, que existe para enriquecerse y garantizar la impunidad de sus operadores, y en el que sujetos como Saab no son excepcionales, sino uno entre muchos, una medallita más de un largo historial de delitos e impunidad, que hincha de orgullo el pecho del régimen.