(13 de enero del 2022. El Venezolano).- “Los analfabetas del siglo XXI no serán los que no puedan leer y escribir, sino quienes no puedan aprender, desaprender y volver a aprender.” Alvin Toffler.
El régimen actual en Venezuela en su concepción militarista y totalitaria urdida por Chávez y sus socios internos y externos, ha logrado avanzar en los objetivos de apoderarse y mantenerse en el poder por largo tiempo, por dos razones fundamentales: primero, ha enfrentado a la sociedad civil con estrategias y tácticas militares para la cual nuestra sociedad no estaba preparada después de 40 años de gobiernos civiles respetuosos de la institucionalidad, y segundo, la dirigencia política no advirtió con claridad esa situación y ha querido enfrentar al régimen con acciones democráticas tradicionales que han podido tener éxito frente a gobiernos dirigidos por civiles con mentalidad democrática que percibieran como algo normal el perder o ganar porque también se cree en la alternabilidad en el poder.
Por varias razones que he escrito en diferentes oportunidades, no he estado de acuerdo con asistir a los eventos electorales convocados por los delincuentes y usurpadores que han dirigido el país en los últimos 22 años. Sin embargo, debemos admitir que Barinas fué una excepción. Esta derrota del chavismo, del comunismo cubano, de Maduro y cabello, que vieron destrozar la cuna donde nació el inefable dirigente con ínfulas de libertador, hay que analizarla con detenimiento ya que podría abrir el camino para la ruta a seguir, sin equivocaciones y ambiciones inadmisibles..
Aún los grandes ejércitos han sido derrotados por detalles inesperados y en Barinas se demostró que ya desde Miraflores, como dice el amigo Antonio de la Cruz, “no existe conexión emocional con las mayorías”. De nada les valió la intimidación con los 25.000 funcionarios policiales y militares para amenazar y disuadir a la población, tampoco la repartición de electrodomésticos, ni el abastecimiento de gasolina y gas que escasean en el país, en un intento de sorpresiva acción demagógica del régimen y sus militares. Tampoco el tráfico de conciencias surtió efecto y el pueblo Barinés, hastiado del engaño y la ineptitud, perdió el miedo, y el sector opositor se alzó con la victoria dos veces.
La reacción de los ciudadanos de Barinas reafirma la tesis de Daniel Habif, que a su vez confirma la tesis del quietismo irónico cuando expresa que “la única forma de no sentir miedo es quedándonos en el lugar donde nos sentimos seguros, y me arriesgo a decir que no es el lugar donde preferiríamos estar”.
Por eso debemos sacudirnos el miedo a lo que no existe y deslastrarnos de todo aquello que nos impide actuar, tenemos que mirar la posición del sol no vaya a ser que veamos un gigante donde solo hay la sombra de un pigmeo, como ya sentenció Von Hardenberg. De allí que coincido con De la Cruz cuando concluye que el triunfo en Barinas deja varios aprendizajes, Uno de ellos es la necesidad de la unidad de propósito y dirección, a lo cual ya he hecho referencia, ya que las veces que se ha actuado de esa manera en los escenarios electorales, con todo el ventajismo y argucias del régimen, se ha logrado la victoria. En segundo lugar se reafirmó que “el voto es un medio que le permite al ciudadano ejercer su poder, eligiendo claro, cuando la participación es mayoritaria.”
Mantenernos en el lugar actual puede hacer que las cosas no empeoren, pero nos confirmará que tampoco mejorarán, y reitera Habif, quizás tu peor pesadilla sea mucho mejor de la realidad que no quieres salir. El régimen no contaba con la unidad de sus oponentes y mucho menos con un candidato unitario ya que en sus escenarios estuvo siempre presente la dispersión de los contrarios, y hay quienes se prestaron para eso. Pero, tengamos presente que Barinas no es Venezuela, aprendamos de esta nueva lección.