(08 de noviembre del 2021. El Venezolano).- Daniel Ortega llevó a cabo en Nicaragua unas elecciones que no tenían toque democrático por ningún lado y así consumar su poder a través de la farsa. Tal y como lo reseña El Pais, la localidad centroamericana no eligió entre uno u otro partido, simplemente se abocó entre avalar o no con su participación las elecciones para renovar un cuarto mandato consecutivo de Daniel Ortega. En un contexto de detenciones masivas, exilio y represión, la oposición a Ortega protestó quedándose en casa como si la cita electoral no existiera. El líder sandinista apenas cuenta con un 19% de apoyo según las encuestadoras serias.
A pesar de esto, el organismo electoral divulgó unos primeros resultados parciales que otorgaban un respaldo del 75% a Ortega con una participación del 65%. Cifras que contrastaban con la escasa afluencia detectada en los colegios durante la jornada electoral. El mandatario había diseñado para este 7 de noviembre una votación rodeada de opositores cómodos. La convocatoria fue considerada una farsa por la oposición y la comunidad internacional. La organización Urnas Abiertas difundió que según sus 1.450 observadores repartidos por el país la abstención fue del 81,5% en promedio.
No obstante, durante todo el domingo el esfuerzo del Gobierno sandinista fue tratar de imponer una narrativa de normalidad democrática y gran afluencia en los colegios electorales. Desde primera hora de la mañana los canales oficiales desplegaron todos sus medios tratando de mostrar un país votando en paz que abarrotaba las urnas para participar en la “fiesta cívica”. Las televisiones utilizaban para ello planos cerrados y más de un periodista pasó apuros cuando en las primeras conexiones no encontró ningún votante a quien entrevistar cuando desde el estudio le daban paso en directo.
Grupos tan dispares como estudiantes, campesinos o empresarios se habían unido este domingo para pedir a la población que se quedara en casa, que no saliera a pasear, que no usara el vehículo, que no fuera a restaurantes ni saliera a hacer deporte. Nada que demostrara normalidad. Al mismo tiempo que la propaganda oficial difundía largas filas frente a las urnas, los medios de comunicación independiente transmitían imágenes con calles y plazas vacías y colegios desangelados en señal de desprecio a unos comicios considerados una “pantomima” por Estados Unidos.
Las votaciones se celebraron con siete candidatos detenidos, entre ellos Cristiana Chamorro, a la que las encuestas daban como gran favorita para ganar por goleada a Ortega. Tres partidos fueron ilegalizados y más de 30 líderes civiles y políticos de diferentes corrientes, entre los que hay empresarios, campesinos, estudiantes, defensores de derechos humanos, analistas o periodistas siguen encarcelados en El Chipote desde hace cinco meses. La última encuesta de Gallup señala que el 65% de la población dijo que en caso de elecciones libres votaría a cualquiera cosa que no fuera Ortega y solo el 19% dijo apoyar al comandante sandinista.
Las elecciones se celebraron sin observadores internacionales y el Centro Carter señaló que la elección no reunió los requisitos mínimos para considerarse como tal.