(04 de noviembre del 2021. El Venezolano).- Esta semana Linda Otero y David Calcaño pensaban pasar unos días de vacaciones, en medio de la nada, dice él, por la costa oeste de Estados Unidos. Ha sido un año de trabajo duro y los planes de este matrimonio venezolano eran desconectarse un poco, recargar baterías y regresar a Los Ángeles, donde residen desde hace una década. Pero la realidad ha sido otra.
El 29 de octubre, el canal oficial en YouTube de Frank Sinatra publicó el video animado de una canción de Navidad de «La Voz», como viene ocurriendo desde hace algunos años. En esta ocasión, la pieza escogida por Universal Music, el sello discográfico propietario del catálogo del célebre intérprete estadounidense, fue «Have Yourself A Merry Little Christmas». Y Fantoons, el estudio de animación creado por Otero y Calcaño hace 10 años, fue el encargado del concepto y realización del video, el tercer audiovisual que la compañía crea para una canción del artista después de «Jingle Bells» (2019) y «The Christmas Waltz» (2020).
No imaginaron entonces ni la productora ejecutiva de Fantoons ni el director creativo del estudio que el nuevo video, una historia sobre la migración venezolana en la que aparece el Ávila, la Cromointerferencia de color aditivo de Cruz-Diez que está en el aeropuerto internacional, una familia reunida haciendo hallacas y un puesto de arepas acompañados por la voz de Frank Sinatra, conectaría con tantos venezolanos.
El video se hizo viral, se compartió en infinidad de grupos de WhatsApp, en Instagram, Facebook y Twitter. Y David Calcaño, el escritor y editor de la pieza, aún se sorprende del alcance de su más reciente trabajo. La ruta trazada para el viaje cambió. Paró en un pueblo de Oregon cuyo nombre no recuerda para atender en dos días a los medios de comunicación que quieren contar su historia. «Pretendíamos descansar, pero no hemos podido. Han sido días de buenas noticias, ya tendremos tiempo para desconectarnos», dice el ingeniero de sistemas, de 45 años de edad, graduado en la Universidad Metropolitana.
Hace 18 años dejó el país con su esposa gracias a una oferta de trabajo, como ingeniero, en Londres. Una carrera que cursó por complacer a sus padres porque su sueño estaba muy lejos de lo que estudió. «Yo siempre quise contar historias animadas. Pero si no era médico o ingeniero mis papás pensaban que me iba a morir de hambre», señala.
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