(7 de mayo del 2019. El Venezolano).- En la tercera pelea entre Muhammad Ali y Joe Frazier en Manila, ambos boxeadores se dieron hasta con el tobo. Llego un momento, el round 14, en que los dos contendientes quedaron totalmente agotados, casi muertos. En medio del descanso, Ali le señaló a su esquina que ya no podía seguir pelando más. Angelo Dundee, su entrenador, le respondió: “Si tú estás así, Frazier está peor. Sal a pelear” Ali se levantó y lo declararon ganador. Frazier tiro la toalla.
En política, suele decirse, gana el que cometa menos errores, el que aguante más. Se, en lo personal lo que es recibir maltratos de todo tipo por mantener un criterio, una posición diferente. Es muy duro pelear por 20 años contra el oficialismo para que alguien, que dice ser tu aliado, te señala como traidor, como colaboracionista y pida que te linchen por twitter. Dan ganas hasta de morder de la arrechera. Todo por el simple hecho defender La Paz como camino, el voto como instrumento de lucha y la política como algo más que un gesto de desahogo.
Pero, el asunto no es un tema de sensibilidad. No se trata de ponerse quejón ante las agresiones. Las pugnas por el liderazgo son para coger palco. La política es dura. Se trata de conquistar el poder y por eso ha muerto muchísima gente. Hay miles de guerras, de asesinatos y vainas malas en la historia humana que hacen de Game Of Thrones una comiquita.
Aún así, confieso que me he preguntado: ¿ Entonces, no importan las ideas, los principios, vale todo con tal de obtener el poder? Decía Martin Luther King que el fin no justifica los medios. Qué hay que ser coherente y practicar lo que se predica. Ahora bien, cada cual escoge hasta donde es capaz de llegar.
En la política no hay reglas de honor ni nada de eso y, refiriéndonos a Venezuela, aquí hemos visto que no hay límites a hora de disputar cualquier carguito. Bajo la tesis de la sobrevivencia, es decir, de la selva, los animales más grandes se comen a los más pequeños y sino lo hacen se mueren de hambre.
Esa lógica perversa puede o no ser compartida. Como solía decir Oscar Yanes: “Así son las cosas» En nuestro caso, la política debe tener no solo inteligencia, también principios. En ese sentido, sostengo que el amor a la patria está por encima de cualquier miseria. La destrucción a la que hemos sometido a Venezuela debe parar. Es fundamental para que el cambio gane, mantenemos pegados cual chicle.
Cuando ocurren algo como lo del 30 de abril, la cohesión y la solidaridad entre la diversidad opositora es, como decía Pompeyo Márquez, un asunto clave.
Ahora, la unida no supone silencio, esconder la basura debajo la alfombra. Es fundamental decir lo que se piensa. Intentar que se corrijan los errores para poder seguir peleando y aspirar al éxito.
El 30 de abril puede que se haya abierto una fractura al oficialismo en su fortaleza más significativa, en el respaldo militar. Es fácil observar que Maduro anda con una teipera remendando el capote. Nombró a Gonzalo López en el Sebin y cambio al director del FAES por un jefe de los colectivos muy maluco. Es más, Freddy Bernal acaba de declarar qué hay que prepararse, con todo los hierros, para otra réplica.
Ahora bien, puede que la oposición también haya sido afectada por lo ocurrido. En toda la prensa internacional se registran serias dudas sobre la efectividad de los acontecimientos del distribuidor Altamira.
Particularmente en los Estados Unidos, nuestro principal aliado. Entre los americanos se ha generado una fuerte crítica a la administración Trump por lo ocurrido el 30 de abril. Se habla de improvisación por parte de la Casa Blanca y de cosas peores.
En la oposición venezolana ocurre algo similar. Los defensores del discurso civil se resisten a ser presas de un plan conspirativo, de la palabra golpe, de todo esas declaraciones centradas en el tema militar y en el volumen que se la ha subido a la intervención extranjera. Por ese camino se puede perder la mayoría, puede venir una fractura y, lo más importante, desdibujarse la esencia del discurso democrático. Los civiles no usamos armas, peleamos con argumentos.
Ese debate, por muy complejo que sea, no debe terminar en fisura. Hay que hacerle llegar al liderazgo que debe oír a quienes no están en el G4, G2 o alguna entelequia de esas. Es más, como lo proponen varios partidos, debería abrirse un proceso de consulta y de incorporación de otros factores a la dirección opositora para mejorar la puesta en escena. En todo caso, es conveniente para solidificar la unidad, asumir una actitud abierta. No bloquear puertas y ventanas para que no entre ni el aire.
Hay que hacerle una oferta a la FAN desde lo civil. Ese es un problema complejo. En la historia patria ha sido planteado muchas veces. Una de ellas, José María Vargas vs Pedro Carujo. Los uniformados son igual que el resto de los venezolanos. Saben que el país se ha vuelto inviable y obvio que les preocupa. Una política de ese corte, de superar la oferta de Maduro hacia el mundo militar, se puede hacer desde la tribuna democrática, desde lo civil. Es más atractiva, más honesto que disfrazarse de verde oliva.
Le dijo Juan José Delpino a Carlos Andrés Pérez en una oportunidad: “Presidente, permítame decirle que no lo ofendo cuando soy sincero y le digo la verdad”.