(29 de abril del 2021. El Venezolano).- “Languidez: Sensación de estancamiento y vacío. Se siente como si uno estuviera pasando los días sin rumbo mirando la vida a través de un parabrisas empañado.” Adam Grant.
En este año 2021 pasamos a encabezar la lista de los países con un índice de miseria (3.827.6) más elevado del mundo, casi ocho veces más que Zimbabue (547) que ocupa el 2do lugar. Estamos acompañados por Sudán, Líbano, Surinam, Libia, Argentina, Irán, Angola y Madagascar entre los diez países más miserables del mundo. La fuente es de Hanke’s Annual Misery Index (HAMI). Mientras que por otro lado se anuncia por el FMI que la economía mundial tomará impulso en este año, encabezada por la India, China, España, Estados Unidos, Francia y Reino Unido. Venezuela seguirá pidiendo limosna!
Lo que más aterra de esa vergonzosa situación es lo que ya dijera Fiodor Dostoievski en su célebre obra Crimen y Castigo: “en la pobreza uno puede conservar intacto sus valores, pero en la miseria, no ha existido ni existirá jamás nadie que los conserve.” Y eso, desde el punto de vista social, es una gran y verdadera tragedia. Un país que sucumbe en la miseria podría tener muchas personas pero no tendrá ciudadanos. Sin moral, sin fe y sin dignidad se cumple la sentencia de que cuando se deja de creer en Dios, se empieza a creer en cualquier cosa, y así crece la santería, la superstición, la brujería, en la que Chávez inicialmente, y Maduro y su combo posteriormente, han sido fieles creyentes.
No porque lo diga yo. Los invito a leer dos libros excelentes del periodista hispano-venezolano David Placer a quién ya he mencionado antes. “Los brujos de Chávez”. La magia como prolongación de la Política, y “El Dictador y sus Demonios”. La secta de Nicolás Maduro que secuestró a Venezuela.
En el primer libro nombrado, el periodista destapa la relación del Chavismo con las ciencias ocultas y por primera vez, una investigación periodística desvela el carácter supersticioso de un presidente que se rodeó de brujos y santeros. En el segundo, el devoto del gurú Indio Sai Baba, ya fallecido, muestra como se rodeó de ministros sectarios y fanáticos que tejieron una red de espionaje invisible e inviolable, llevado de la mano de los babalawos cubanos, construyendo terroríficas mazmorras y una red de exterminio para aniquilar a opositores y chavistas disidentes con total impunidad. Según Placer, Maduro, de la mano de su mujer, la supersticiosa Cilia Flores, quería tocar las puertas del cielo, pero terminó construyendo en Venezuela el peor de los infiernos.
Son dos obras imprescindible para comprender el Chavismo como fenómeno político social y su extensión por América Latina, impulsado por líderes oportunistas sin moral, obsesionados por el poder y cubiertos con las supercherías de Chávez que “terminó siendo prisionero por su afición por los conjuros y los rituales santeros que instaló en el mismísimo Palacio de Miraflores, recinto desde donde se sigue practicando el espiritismo.
De modo que para enfrentar las sectas diabólicas en el poder político y económico del país, no solo es necesario recurrir a los instrumentos democráticos y a aquellos que son necesarios para restituirla, ya que ha sido usurpada, sino también el inmenso poder divino de Dios y su ayuda para recuperar el país y sus valores, con ciudadanos que con fe cristiana y esperanza infinita, ayudemos a reconstruir la gran nación que anhelamos.