(23 de abril del 2019. El Venezolano).- Este lunes 22 de abril, se llevó a cabo, en RTVE, el primer debate electoral de esta campaña para las Elecciones Generales en España del próximo 28 de abril, con Pedro Sánchez (PSOE), Pablo Casado (PP), Albert Rivera (Ciudadanos) y Pablo Iglesias (Unidas Podemos), los candidatos con mayor representación parlamentaria.
Analizar un debate electoral es un árbol con muchas ramas. Podríamos hablar de formas de vestir, de comunicación no verbal, de propuestas, de ideologías, de pactos, de preguntas sin respuesta, de técnicas de debate, de argumentos y de muchas cosas más. Y todas serían válidas y muy importantes. Pero prefiero centrarme en dos aspectos que considero claves: La construcción del relato y el uso de las emociones.
España atraviesa un momento de transformación política muy interesante. Acostumbrada al bipartidismo PP-PSOE, en el que ninguno se veía obligado a grandes pactos, porque siempre alguno era mayoría, en 2015 un huracán sacudió la zona de confort de lo que empezó a llamarse “la vieja política”. En aquellas elecciones generales, irrumpieron con vehemencia dos fuerzas políticas que hoy, tras cuatro años de legislatura (¡Y vaya legislatura!) tienen un papel muy diferente: Ciudadanos ha crecido y Podemos se ha desinflado. Pero ahora tenemos una quinta fuerza política que no ha podido asistir al debate, por no tener representación parlamentaria, pero que aún así ha estado muy presente: Vox.
La construcción del relato
Mucho se habla del poder del storytelling. Pudimos ver a los candidatos intentando imponer su relato. El problema es que no todos tenían uno. Un relato NO es un montón de ideas sueltas, lanzadas como flechas sin diana, como hizo en alguna ocasión el candidato de Unidas Podemos cuando afirmaba cosas como: “Pedimos que se cumpla la constitución española”. Esto no es un mensaje. Ni mucho menos un relato. Cumplir la constitución es una obligación de todos los españoles. Y quienes no la han cumplido han sido, precisamente los socios parlamentarios de Iglesias y Sánchez. Tampoco es mostrar una lista de tareas realizadas, como hizo Sánchez, al leer la chuleta con las decenas de decretos ley aprobados en sus 10 meses de gobierno. Tampoco es un relato la política del miedo que usaron tanto Sánchez como Casado al insistir en que “el peligro es la derecha” o “el peligro es la izquierda” respectivamente.
Albert Rivera, por su parte, sí que intentó construir un relato, aunque le faltó contundencia en algunos argumentos. Comenzar hablando de Sánchez no fue muy acertado, pero acabar dirigiéndose a todos los españoles con ejemplos cotidianos, le vino de perlas. ¿Por qué? Porque recurrió a una narrativa que conecta con las personas, con sus ideales, con sus valores y con su identidad.
El uso de las emociones
Hay estudios que afirman que el 93% de nuestra toma de decisiones es emocional, incluido el voto. La gente vota por aquel candidato con el que se conecta mejor, con el que se identifica más, con el que le genera más confianza. Y nada de eso es racional. Vimos a un Iglesias que intentaba mantenerse conectado con los españoles, pero demasiado cabizbajo. Vimos a un Casado muy acartonado, casi sin emoción. A un Sánchez altivo, irónico y desconectado. Y a un Rivera que constantemente acudía a su material de apoyo: gráficos, titulares y hasta una foto de Sánchez con Torra que dejó en un portarretrato frente a él, para que a nadie se le olvidara.
Las emociones están compuestas por sentimientos, afecto y un mínimo de evaluación consciente. Iglesias y Rivera lo han entendido, pero Casado y Sánchez parece que no. ¿Seguimos encallados en un debate sobre la “nueva” y la “vieja” política? Posiblemente y eso puede beneficiar a Rivera, pero no lo suficiente como para formar gobierno. Al resto, sin duda, le viene bastante mal este tema.
A nivel comunicacional, el debate estuvo bastante flojo, con algunos titulares, como este de Rivera: “El señor Sánchez tiene la palabra indultos tatuada en la frente” o este de Casado: “Señor Sánchez, esos gráficos de los que usted presume son gracias a los presupuestos del PP”. Este de Iglesias: “Pedro, yo te acepto que nos agradezcas el apoyo, el problema es que tú no cumples tu palabra” o este de Sánchez: “Se debería poner un detector de verdades a la derecha”. Tal vez el mejor inicio fue el de Iglesias, reconociendo a los trabajadores de RTVE cuando Rivera acababa de pedir la dimisión de Rosa María Mateo, presidenta de esa casa. Y el mejor final, el de Rivera, haciendo uso del silencio y contando micro historias de españoles que representan los temas más fuertes de su propuesta”.
Queda mucho todavía por definir. Los candidatos aún tienen 4 días para convencer a los 7 millones de españoles indecisos de que pueden contar con ellos. España se juega su futuro el próximo domingo y nosotros estamos aquí para vivirlo.