(08 de enero del 2021. El Venezolano).- Un nuevo estudio examina la recuperación de la función pulmonar y el bienestar general en personas con diversos grados de gravedad de COVID-19 y ha hallado que la gravedad inicial del COVID-19 no está asociada con complicaciones respiratorias posteriores, según publican sus autores en ‘Annals of the American Thoracic Society’.
Se sabe poco sobre la salud pulmonar después de la infección por SARS-CoV-2, y si los problemas respiratorios posteriores, la fatiga y la mala salud están asociados con la gravedad inicial de la enfermedad.
El doctor Liam Townsend, del Departamento de Enfermedades Infecciosas del Hospital St. James y el Departamento de Medicina Clínica del Instituto de Medicina Traslacional Trinity, del Trinity College, en Dublín (Irlanda), y sus coautores analizaron una serie de medidas de recuperación para 153 pacientes que fueron seguidos en una clínica ambulatoria a mediana de 75 días después de sus diagnósticos de COVID-19.
«Descubrimos que la fatiga, la mala salud y la falta de aliento eran comunes después de COVID-19 —señala el doctor Townsend–. Sin embargo, estos síntomas parecían no estar relacionados con la gravedad de la infección inicial o con una medición única en el momento de una cita ambulatoria».
El doctor Townsend y sus colegas clasificaron la gravedad de la infección inicial de los pacientes en tres grupos: los que no requirieron ingreso; los que sí tuvieron que ingresar en hospital y los que requirieron atención en UCI. Casi la mitad (74) de estos pacientes requirieron ingreso hospitalario durante la infección aguda.
Los investigadores examinaron la asociación entre la enfermedad inicial de los pacientes y la radiografía de tórax anormal, la distancia de la prueba de caminata de seis minutos, en la que los pacientes caminaron a su ritmo normal durante seis minutos, y la percepción de esfuerzo máximo durante sus citas de seguimiento. También se preguntó a los pacientes si se sentían fatigados y si pensaban que habían recuperado la salud por completo.
El equipo del estudio también examinó las radiografías de tórax de los participantes para detectar una infección persistente o cicatrices significativas (fibrosis) y realizó una tomografía computarizada para pacientes con radiografías de tórax anormales. Se realizaron análisis de sangre para medir indicadores de enfermedad como la proteína C reactiva, que aumenta cuando hay inflamación en el cuerpo.
«Nos sorprendieron nuestros hallazgos –reconoce el doctor Townsend–. Esperábamos una mayor cantidad de radiografías de tórax anormales. También esperábamos que las medidas de mala salud en curso y hallazgos anormales estuvieran relacionados con la gravedad de la infección inicial, lo que no fue el caso», admite.
Los hallazgos de los autores sugieren que el COVID-19 no causa una fibrosis significativa, con cicatrices pulmonares observadas en las tomografías computarizadas de solo el 4 por ciento de los participantes del estudio después de la detección por rayos X de anomalías anteriores en un grupo más grande.
El 62 por ciento de los pacientes sintieron que no habían recuperado la salud por completo, mientras que el 47 por ciento fueron clasificados como con fatiga. Los pacientes que sintieron que tenían que esforzarse durante el ejercicio moderado también informaron que se sentían fatigados y con mala salud. La duración de las estancias hospitalarias y la fragilidad de los pacientes se asociaron con cubrir menos distancia en la prueba de caminata.
«Estos hallazgos tienen implicaciones para la atención clínica, ya que demuestran la importancia de hacer un seguimiento de todos los pacientes que fueron diagnosticados con COVID-19, independientemente de la gravedad de la infección inicial. No es posible predecir quién tendrá síntomas continuos», apunta Townsend.