(02 de enero del 20201. El Venezolano).- No es lo mismo un venezolano que escapa de su país a pie y cruza la frontera para pasar a Colombia que uno que se toma un avión y llega a Miami. ¿No es lo mismo? “¡Claro que son lo mismo! Llegan con las mismas necesidades”, dice Patricia Andrade, el “hada madrina” de los venezolanos en Estados Unidos.
Muchos de los que escapan del régimen de Nicolás Maduro y llegan a Estados Unidos con los bolsillos raleados encuentran la tranquilidad en un lugar impensado: un pequeño complejo comercial sin pretensiones al borde de la autopista que lleva a Doral, la localidad cercana a Miami que se convirtió hace ya años en una “Little Venezuela”. Allí, detrás de las paredes blancas del “Value Self Storage”, espera Patricia.
Su energía y entusiasmo asombran, en especial porque nadie la obliga a hacer lo que hace: sacrificar su tiempo libre y parte de su sueldo para facilitarle la vida a compatriotas que inician una nueva existencia desesperados y sin recursos. El “Programa Raíces” combina donaciones y ayudas para que los primeros pasos de los exiliados sean menos dramáticos. A Andrade le duele su país, y quizás por eso no tiene concesiones a la hora de hablar de Juan Guaidó, el presidente encargado de Venezuela.
“Es culpa de Guaidó que no haya un TPS. Lleva tres años con la canción de que ya Maduro se va...”, dice Andrade a Infobae durante una visita a la sede del “Programa Raíces”, un complejo de almacenamiento temporario en el que se instaló con su proyecto. Y lo de instalarse es en serio: Andrade va levantando cortinas metálicas en cada cubículo para mostrar lo que tiene allí: electrodomésticos, ropa para adultos, ropa para niños, disfraces de Halloween, juguetes… Todo perfectamente ordenado y clasificado para poder entregárselo de inmediato a aquellos que lo necesiten.
“Nos enfocamos en el venezolano recién llegado y sin recursos, les damos orientación y guía, porque llegan sin dinero, y nosotros les damos todo para que puedan equipar sus apartamentos”, explica el “hada madrina”. “Cuando llegan duermen en el suelo, con frío, sin cobijas, los niños sin juguetes… Queremos que arranquen su vida en Estados Unidos tranquilos. Les quitamos un peso de encima”.Patricia Andrade muestra uno de los cubículos en los que guarda, perfectamente ordenadas y clasificadas, las donaciones para los venezolanos exiliados / SEBASTIÁN FEST
El “Programa Raíces” se sostiene con 2.000 dólares que Andrade retiene de su sueldo todos los meses para pagar el alquiler del depósito, donaciones de la comunidad venezolana en Estados Unidos, muy especialmente la de Miami, y el sostén de políticos como el congresista Mario Diaz Balart, del ala dura del Partido Republicano: “Me apoya muchísimo”. Andrade, claramente, no simpatiza con el Partido Demócrata ni con el presidente electo, Joe Biden.
“La elección presidencial no fue nada limpia. Recuerdo que Chávez decía que algún día destruiría el capitalismo, ‘no me creen pero lo van a ver’, y lo logra por el sistema de máquinas roba votos. El entramado es el mismo de Venezuela, iniciando con las máquinas. Es una copia de lo que hemos vivido”.
Andrade, de 60 años, y con 35 viviendo en Estados Unidos, cree que Biden habilitará el TPS (Estatus de Protección Temporal), que facilitará la vida de los venezolanos en tierras norteamericanas, pero no espera que contribuya a que Maduro abandone el Palacio de Miraflores.
Más que hablar de política, Andrade prefiere hablar de su proyecto, que está cumpliendo cinco años de vida. “En 2016, la inmigración fuerte desde Venezuela ya había comenzado. Comencé con algo pequeño para ayudar a la gente que llegaba, pero en dos meses tenía una cola de gente esperando cosas de mi. Yo pensé que sería algo esporádico. Eran artículos para el hogar para gente que salía de Venezuela sin dinero”.
No fue esporádico, se convirtió en su vida. “El boca a boca fue enorme. Me tuve que organizar y ponerle nombre al proyecto, ‘Programa Raíces’. Y fíjate cómo fue creciendo todo: con Chávez eran 500 peticiones de asilo al año, ni siquiera estábamos entre los diez países con más solicitudes de asilo en Estados Unidos. En 2015 ya éramos quintos, con 5.605 peticiones, y en 2018, primeros, con 29.100”.
A un par de kilómetros de donde Andrade acumula y organiza las donaciones para sus compatriotas está “El Arepazo”, un centro de reunión para la comunidad venezolana de Miami.
“No es barato vivir aquí en Doral, un cuarto te cuesta 1.700 dólares, pero la gente quiere estar aquí, porque sabe que aquí están los venezolanos. Y ojo, a mí no me ayuda ningún gobierno, solo recibo donaciones de la alcaldía de Doral dos veces al año, del alcalde cubano americano Juan Carlos Bermúdez”.
Parte de esa comunidad venezolana fue muy exitosa en su apuesta por los Estados Unidos y no pocos son millonarios. A Patricia no le fue sencillo convencer a esos compatriotas de que necesitaba sus donaciones. Entendían que cualquiera que llega en avión a Miami tiene un buen pasar. Tenían grabados en la mente los tours de compras de fin de semana en Miami de los que las clases altas y medias de Venezuela disfrutaron por años.
“No, no lo entendían. Y yo les decía que había señoras embarazadas durmiendo en un depósito…”.