(16 de diciembre del 2020. El Venezolano).- La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de Naciones Unidas ha actualizado este miércoles sus previsiones para la región latinoamericana, con una proyección de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) del 3,7% en 2021, tras una caída del 7,7% este año, su peor crisis económica en 120 años.
Según un documentado presentado por el organismo, en un contexto de contracción global, América Latina y el Caribe es la región más golpeada del mundo en desarrollo por la crisis derivada del coronavirus.
Por regiones, América Central caería un 6,5% en 2020 y se expandiría 3,8% el próximo año; mientras que El Caribe anotaría una contracción del 7,9% en 2020 y un crecimiento de 4,2% en 2021.
Esto se explica por la combinación de varios factores. Principalmente, en la década previa a la pandemia la región mostraba una trayectoria de bajo crecimiento, a lo que se suma un 2020 que enfrenta una combinación de choques negativos de oferta y demanda sin precedentes.
En este contexto, Cepal ha advertido de que pese a la recuperación y a la mejor previsión para este año, que anteriormente apuntaba a una contracción del 9,1%, la cifra de 2021 no alcanzará para recuperar los niveles de actividad económica prepandemia. De hecho, la recuperación del año que viene será fundamentalmente un rebote estadístico, pero la recuperación a niveles del 2019 no se alcanzarían hasta 2024.
Y es que, si bien los gobiernos han desplegado importantes esfuerzos fiscales y monetarios para manejar la crisis, las consecuencias económicas y sociales de la pandemia han sido exacerbadas por los problemas estructurales que la región arrastra históricamente.
Entre otros factores, las debilidades y brechas estructurales históricas de la región, su limitado espacio fiscal, la desigualdad, la escasa cobertura y acceso a la protección social, la elevada informalidad laboral, la heterogeneidad productiva y la baja productividad son algunos elementos que explican el alcance de los efectos de la pandemia, además de sus dificultades para implementar políticas que mitiguen estos efectos y los desafíos a la hora de emprender una reactivación económica sostenible e inclusiva.
Las consecuencias de la contracción de la actividad económica también viene acompañada de un aumento significativo de la tasa de desempleo, que se prevé en torno al 10,7% en 2020, así como una profunda caída de la participación laboral y un incremento considerable de la pobreza y la desigualdad.
«La dinámica del crecimiento en 2021 está sujeta a una alta incertidumbre relacionada con el riesgo de rebrotes de la pandemia, de la agilidad para producir y distribuir las vacunas y de la capacidad para mantener los estímulos fiscales y monetarios para apoyar la demanda agregada y a los sectores productivos», ha indicado la secretaria ejecutiva de Cepal, Alicia Bárcena.
La secretaria también ha destacado que la agenda para un crecimiento sostenible e inclusivo «requiere de una transformación productiva hacia sectores ambientalmente sostenibles, que favorezcan la generación de empleo y la innovación tecnológica».
Antes de la pandemia la región registró un crecimiento promedio del 0,3% entre 2014 y 2019, y en 2019 se situó en el 0,1%. En este contexto llegó la pandemia, por lo que los gobiernos se vieron obligados a establecer políticas de confinamiento, distanciamiento social y cierre de actividades productivas, lo que supone la peor crisis económica, social y productiva que haya vivido la región.