(03 de diciembre del 2020. El Venezolano).- “La buena educación es precisamente la fuente de la que emanan todos los bienes de este mundo.”. Immanuel Kant.
Para quienes reclaman pertenecer al chavismo “original” y manifiestan sin pudor que hay que volver a sus raíces, es bueno recordarles que es preferible reclamar otra cosa y no su “ideario y su obra”. Él fue el mentor y promotor del desbarajuste económico al extremo de que el dólar hoy está a millón y que el país se encuentre ubicado en el puesto 127 entre 129 naciones a nivel mundial en el índice internacional de Derecho de Propiedad, lo cual aleja toda posibilidad de atraer inversiones, que sigue siendo la variable fundamental para el impulso del desarrollo en cualquier país. Nuestro signo monetario es papel basura y sólo tienen para comer bien y satisfacer sus gustos y caprichos los delincuentes y corruptos circunstancialmente en el poder.
Nuestra sociedad está hecha trizas y desparramada por el mundo huyendo de la situación infernal del país. No sólo la economía está exánime, la mente del venezolano vaga confundida entre el odio, el miedo, la injusticia y la violencia. Su espíritu se debilita y se degrada moralmente en un ambiente de miseria. En esas condiciones es fácil dejar de creer en Dios y cuando eso sucede se puede creer en cualquier cosa.
Chávez y su pandilla de demagogos autoritarios son autores materiales e intelectuales de la más profunda degradación de la política, de esta asombrosa desintegración de la sociedad, de este caos social inenarrable. Para quienes todavía creen que Maduro y sus secuaces han desvirtuado lo que Chávez pensaba, es conveniente que se sacudan esa modorra ideológica que su pasión pudo despertar. Maduro, Cabello, los hermanitos Rodríguez, y toda la larga lista que cada venezolano puede elaborar, siguen las instrucciones de su mentor. El tutelaje lo garantizó entregando el país a los cubanos, y a todos los que manifestaron ser enemigos de su enemigo: Rusia, China, Irán, Turquía y demás terribles emisarios del mal en la tierra.
Si quieren sacudirse esa locura de la cabeza y reconocer que Chávez y sus mandaderos son los verdaderos culpables de nuestra descomunal tragedia, les recomiendo leerse las declaraciones de Daniel Benveniste, psicólogo clínico y psicoanalista, de regreso de la izquierda engañosa y fracasada, quien en sus propias palabras lo precisa: “Para mi Chávez nunca fue carismático, fue entretenido. Pero su hostilidad y sadismo se hicieron cada vez más evidentes con el tiempo.” En su análisis lo califica de demagogo autoritario con ambiciones dictatoriales, grosero en su lenguaje, incitador del odio, el prejuicio y la violencia.
Tanto él como sus herederos han sido capaces de envolverse con la bandera y el patriotismo mientras destruyen la Constitución, la separación de poderes, las instituciones del Estado y la verdadera autoridad. Son narcisistas malignos.
Refiere el psicólogo citado que “Chávez al comienzo de su presidencia contó la historia que, cuando era niño su familia era tan pobre que tenía una bicicleta sin freno, cuando escuchó eso, se dijo, esa es su autobiografía. Es una persona sin frenos, no sabe cómo detenerse. No tiene control de sus impulsos, ni límites, ni vergüenza, ni culpa, ni dudas.” Esa es su vergonzosa herencia. De allí nace nuestra mayor desgracia, es inexplicable que todavía haya quienes quieran reclamarla.