(07 de noviembre del 2020. El Venezolano).- “Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos.” Papa Francisco.
No nos podemos cansar de repetir que en Venezuela estamos en presencia de un orden absurdo y cuando esto sucede, no existe el derecho. El orden absurdo se convierte en un orden depredatorio o de asaltantes cuando los exaltados se transforman en bandidos organizados, como lo dice el doctor Alberto Borea Odria en su obra sobre el derecho.
La ley antibloqueo que se ha aprobado el régimen es la máxima expresión de un Estado fallido, donde él, más que su ausencia, es su presencia el principal problema y la causa principal de la destrucción de las instituciones, la consecuente anarquía se hace de manera deliberada y a propósito, causando grandes males y enormes riesgos a sus habitantes y a la democracia.
Esa ley es inaceptable e inadmisible por su objeto, como acertadamente lo ha expresado el doctor Juan Manuel Raffalli. La calamidad social de Venezuela no ha sido causada por las medidas coercitivas unilaterales de algunos países aliados. Nuestra desgracia comenzó antes, cuando Chávez con un grupo de forajidos que aún se mantienen en el poder, han intentado copiar e instaurar en el país modelos fracasados en el mundo, cuyas consecuencias y resultados son la razón principal de la catástrofe humanitaria jamás experimentada por sociedad alguna en tiempos modernos, a pesar de los fabulosos recursos con que ha contado la nación. Todos ellos son candidatos para ser enviados a Antenora que es, según Dante, la segunda división del noveno y último círculo del infierno donde van los traidores a su patria.
Realizadas ya las elecciones en USA el 3 de noviembre del año en curso, estamos esperanzados en que sus resultados reanimarán a los demócratas del mundo y decepcionarán a los dictadores. Todo depende del nivel de expectativas que cada quien se haya creado con ese evento de interés mundial. Sin duda, en esta oportunidad, y esto lo escribo dos días después de las elecciones sin un candidato declarado oficialmente ganador, la democracia como sistema y como forma de gobierno ha mostrado sus virtudes y sus imperfecciones. Se han denunciado actos criticables cometidos durante el proceso, los cuales responden a la naturaleza de algunos seres humanos, pero no al sistema electoral en sí que aquí es muy complejo debido a que cada Estado tiene su propio Estatuto electoral.
Lo importante es que el Estado de Derecho, la separación de poderes, el respeto y la tolerancia, que son principios de la democracia, funcionan, y las controversias se dirimirán de acuerdo al orden legal. La actitud de los candidatos y de los ciudadanos, como es obvio, es vital, y pondrá a prueba las virtudes de la democracia. El gran problema, como dice Yuval Harari en el caso de la pandemia, son los demonios internos del hombre y no el virus.
Así sucede con la democracia. Esperemos que el comportamiento de los ciudadanos, como hasta ahora, sea ejemplar y el sistema democrático de esta gran nación salga fortalecido, para alegría del mundo y decepción para los tiranos. Confiemos en que las palabras como: libertad, democracia, fraternidad, unidad y solidaridad se llenen de sentido por que como dice el Papa Francisco, “mientras nuestro sistema económico y social produzca una sola víctima y haya una sola persona descartada no habrá una fiesta de fraternidad universal.”