(27 de julio del 2020. El Venezolano).- En virtud del régimen desfasado a cuyas manos vino a dar Venezuela en virtud de la violación de los derechos que a cada ciudadano le acredita la CRBV por prepotencia de sus líderes oficialistas en ejercicio de sus funciones cuestionadas, hoy día, además de ilegítimas por usurpación de poder y contradictorias, nos hallamos ante la conculcación flagrante de la CRBV en su Título III, que versa sobre los Derechos Humanos y Garantías, cuya filosofía sintetiza el artículo 19, referente a la protección de los DDHH.
Pero, hemos visto como desde su entrada en vigencia, éstos son violados, desconsideradamente, tema sobre el cual se afincó el presidente extinto una vez declarado golpista y en rebeldía mediante la preconización de la importancia de los mismos en todo proceso democrático (¿?), que luego demostró haber olvidado tras sus fórmulas demagógicas por llegar al poder.
Sinembargo, dejó en dicho instrumento las motivaciones para apelar ante la CIDH y otras instancias, como por ejemplo: el protocolo de San Salvador, recién ratificado por el presidente encargado, ingº Juan Guaido y expuesto ante la OEA por nuestra representación, ya que la situación de Venezuela en cuanto a derechos humanos es crítica, sobremanera, según lo ha reconocido el secretario general OEA, Luis Almagro, así como la ONG Provea.
Pues trátase de una situación donde los medios han tenido que establecer autocensura por temor a la Ley RESORTE; otros, han desaparecido por estrangulamiento económico y persecución de sus directivos, quienes han recurrido al exilio voluntario por seguridad personal y de sus parientes. Algo paradójico en un régimen que, hipócritamente, se jacta dizque respetar las libertades políticas y acceso a todos los medios de comunicación y manifestaciones por reclamos de derechos constitucionales, coartadas por las acciones inexorables de los cuerpos de represión (GNB y PNB).