(25 de junio del 2020. El Venezolano).- Conozco a Carlos Alberto Montaner desde el año 1987 en Guatemala, cuando fue invitado por la Cámara de Comercio de ese país a dar una conferencia. Dió la grata coincidencia que en ese entonces yo vendía libros de la editorial “Libro Libre” que, desde Costa Rica, impulsaban un grupo de intelectuales y escritores nicaragüenses con el apoyo de Estados Unidos y cuya representante en ese país centroamericano era mi amiga Violeta Granera Padilla, también exiliada en esa naciόn a causa de la primera época del sandinismo. Uno de dichos libros que vendía en librerías y amigos de la Universidad Francisco Marroquín, era “Para un Continente Imaginario”, el cual timidamente dí a Montaner para que me lo autobiografiara después de su exposiciόn.
Desde entonces hemos mantenido una amistad entre correos electrónicos, presentaciones de libros y encuentros en diversos países en pro del periodismo libre y la búsqueda de la libertad para Cuba y el resto del Continente.
Recientemente, entre mi nuevo exilio en Miami y el coronavirus, he terminado de leer sus memorias en mi viejo kindle, las cuales han vuelto a remover, “recapitular” ―como él dice en su biografía―, sobre lo acontecido en estas últimas décadas en esta feroz batalla entre el aberrante comunismo y la democracia y sus constantes amenazas, entre la estupidez y el raciocinio.
Libro ameno, franco, descarnado y vivencial, en el que tras una descripción lineal bautizada con una burla a la muerte mediante la cita epigráfica de Jorge Luis Borges: “…Manuel Flores va a morir/eso es moneda corriente;/morir es una costumbre/que sabe tener la gente/Y sin embargo me duele/decirle adiós a la vida,/esa cosa tan de siempre/tan dulce y tan conocida…”, aparecen personaje idos y vivos, muchos de ellos referentes de la actual cubanía miamense entre los que destacan, además de sus familiares, personajes de la prensa, la empresa, la política y la filantropía, como Jorge Mas Canosa, Tomás Regalado, Mario Elgarresta, Tony Calatayu, Armando Valladares, Angel Cuadra, Camilo Egaña entre otros.
Además, su amistad con las grandes figuras españolas en sus 40 años vividos en esa nación y otras, como con el Premio Nobel Mario Vargas Llosa, Václac Havel, José María Aznar, Carlos Sánchez Berzaín, Beatrice Rangel, Oscar Arias o Violeta Chamorro, enriquecen la historiografía reciente en el mundo hispano, inmerso en una rica e intensa vivencia que justifica con creces lo dicho por el propio Montaner cuando señala que desaparecer de este mundo, es una actividad “ingrata, que solo se justifica porque es la única prueba irrefutable de que hemos vivido”.
Pero además del hilo personal, estas célebres memorias cotejan con precisión dialéctica la narración de hechos sociopolíticos no solo de Cuba, sino también de la extinta URSS, España, Alemania, del fin de la Guerra Fría y de otros notables acontecimientos que viajan por la pluma de este muy leído periodista, también condecorado en 2006 con la Orden Rubén Darío de manos del ex presidente Enrique Bolaños.